Si a estas alturas de la película queda alguien en España que se crea lo que dicen los políticos, que levante la mano. Ahí tienen ustedes, sin ir más lejos, la ignorancia supina mostrada por Rajoy sobre las finanzas de su partido, sin molestarse siquiera en hacer prodigios de retórica para disimular la vacuidad de sus palabras, o la increíble incapacidad mostrada por los consejeros de las Cajas de Ahorro en lo que se refiere a su infausta gestión, alegando, con voz arrastrada y cóncava, que ellos no se daban cuenta del desbarajuste que allí reinaba y que se limitaban a firmar o a aprobar los temas que llegaban al consejo de administración. Y es que mienten, mienten descaradamente, unas veces porque tratan de justificar su inoperancia, otras para disimular que traspasan o que se encuentran al límite de lo que señalan las leyes. Mienten cuando prometen que van a hacer tal o cual cosa, con tal de arañar unos cuantos votos, y si no que se lo digan a los zamoranos, que de promesas incumplidas saben un rato, como también de sumisión, como la del "amante lesbiano" que dejó escrito hace años José Luis Sampedro. Por eso, el hecho de prometer cosas no deja de verse como una posibilidad remota, con la duda de que determinado proyecto pueda llegar a su fin, y nunca con marchamo de garantía como el que puede ofrecer la venta de una moto o de un electrodoméstico.

Viene esto a cuento del acuerdo que, al parecer, han firmado el presidente de la Comunidad Autónoma y el alcalde de Zamora el pasado día 24 de julio, en virtud del cual van a levantarse dos edificios en el agujero de los Salesianos: uno dedicado a Centro Cívico y otro a Conservatorio de Música. Ambos, según lo que han dicho, con mullidas palabras, las dos autoridades, estarían terminados en un plazo de tres años. Tomemos nota del día de la firma, 24 de julio. A partir de ese momento son 1095 los días que faltarían para que ambas dotaciones estuvieran funcionando. O sea que para las próximas Navidades faltarán 950 días y para la próxima Semana Santa 850 días sería el tiempo que restaría para que fueran inaugurados. Ese dato es cosa que debe recordarse, contando los días que van transcurriendo, al objeto de comprobar si la citada promesa ofrece visos de ser cumplida.

Habría sido más creíble si se hubiera dado como plazo dos años, que es el tiempo que les queda a ambos dignatarios, Herrera y Guarido, para cumplir sus mandatos. A Herrera le queda ese tiempo, sin solución de continuidad, porque él mismo lo ha dicho, y a Guarido está por verse, porque nada ha dejado entrever sobre su intención de repetir alcaldía, y tampoco se conocen las probabilidades de que pudiera ser elegido. De manera que los tres años que han asignado a este nuevo proyecto se cumplirían en un momento en el que, posiblemente, ninguno de los firmantes del acuerdo estaría en su sillón, lo que impediría que, en el caso de no verse cumplido el acuerdo, no se les podría pedir explicaciones. Además, Herrera no ha dado muestras, durante sus 17 años de mandato, de poner interés en echar una mano a Zamora, y de las pocas cosas que prometió a esta provincia apenas si ha llegado a salir alguna adelante; y Guarido, por el momento, es una incógnita, ya que tampoco puede jactarse de cumplir lo prometido, sirva de muestra aquel reto de acabar con las pintadas que embadurnan las fachadas de la ciudad, cuyo plan puso en marcha un día, para a la semana siguiente abandonarlo, y lo que pueda hacer en esta segunda etapa de su mandato está por verse.

Pues eso, que debido al interés que suscitan estos nuevos proyectos, ambos necesarios para la ciudad, no estaría de más que Comunidad y Ayuntamiento informaran periódicamente de la marcha de los mismos, por ejemplo, cada 100 días. Un máximo de 10 recordatorios no parece demasiado pedir para que los ciudadanos puedan ir dando crédito a ambas obras. El próximo 4 de noviembre, sábado, sería el primer día para informar de cómo va yendo la cosa. A lo mejor, de esa forma, algunos de nuestros paisanos cuando miren al cielo podrían ver una miríada de estrellas, y empezarían a levantar la mano, a dar muestras de creer, lo que haría cambiar, de manera pronta y opuesta, el título de este artículo.