Tras décadas de abandono que parecía definitivo después de que la Junta enterrara, literalmente, el proyecto del Palacio de Congresos, el antiguo Teatro de la Universidad Laboral se integra en una iniciativa de nuevo cuño que no hubiera sido posible sin el entendimiento entre el Gobierno regional y el Ayuntamiento, además de la colaboración de la Diputación Provincial. Ese encuentro pese a las diferencias ideológicas tan ansiado por la ciudadanía, hasta ahora más consciente que lo demostrado por los políticos de que el camino hacia la prosperidad de Zamora lo marca la unidad de acción, sería motivo de celebración si no fuera porque entenderse como llevar adelante iniciativas realistas y que respondan a verdaderas necesidades de la población forman parte de las obligaciones de los representantes institucionales de la provincia.

Bajo esas premisas se gesta el mencionado proyecto que incluye la construcción de dos nuevos edificios, uno de ellos dedicado a Centro Cívico y otro al Conservatorio de Música que tendrá en el Teatro del destacado arquitecto Luis Moya, un escenario digno y de indudable fuste para las actividades que puedan llevarse a cabo. Al fin, los sufridos alumnos del Conservatorio de Música abandonan el papel de Cenicienta arrastrado desde hace años, errando en busca de una sede definitiva después de que las competencias fueran asumidas por la Consejería de Educación en el curso 2007.

El teatro, por su parte, también ha tenido una existencia más que agitada. Fue el último de los elementos del complejo de la Universidad Laboral en culminarse. Las obras, a instancias del que fuera secretario del Ministerio de Trabajo durante la época franquista, Carlos Pinilla, se iniciaron en 1948, pero el liceo no quedaría rematado hasta 1957. Pese a sus características estéticas y a su reconocida acústica, al reducirse el uso de las instalaciones educativas hasta llegar a su etapa como instituto de Educación Secundaria, significó el progresivo deterioro de un espacio singular en Zamora. No deja de resultar paradójico que quien vaya a devolverle su merecida dignidad sea el mismo equipo de Gobierno municipal que, meses atrás, desposeyó al mentor de la Universidad Laboral de los honores con los que lo había distinguido la Corporación durante la dictadura, cumpliendo la disposición de la Ley de Memoria Histórica.

El Teatro había sufrido un nuevo desgajamiento en 2006 para pasar a depender de la Consejería de Fomento, que ese año asumía las riendas el malogrado el Palacio de Congresos. El proyecto sucumbió a los tiempos más duros de la crisis con la quiebra de la adjudicataria y el desestimación de las administraciones responsables. Tres millones de euros quedaron enterrados entre los cimientos del edificio. Durante todo este tiempo, los alumnos del Conservatorio han pasado penurias y reclamado insistentemente a Educación una sede digna. Aunque la Diputación había cedido las competencias, ha sido la institución provincial la que les ha dado alojo durante estos años, a la espera de que se cumpliera el compromiso expresado por los procuradores en Cortes del PP, partido en el Gobierno regional, en los presupuestos de 2009, cuando se habilitó una partida de tres millones que nunca se materializaría. La Diputación, fundadora, del Conservatorio en 1982, ha mantenido las aulas en infraestructuras de su propiedad, el antiguo colegio del Tránsito, que no reúne, sin embargo, las condiciones exigibles en cuando a aislamientos térmicos y acústicos. Las limitadas infraestructuras plantean necesidades de accesibilidad y carecen de fondos bibliotecarios suficientes y, por supuesto, de aplicaciones tecnológicas.

En este escenario de precariedad siguen desarrollando su talento los futuros artistas zamoranos, que los hay y con posibilidades de proyección. Un Conservatorio en condiciones, con un magnífico auditorio, contribuirá a mejorarar la formación en las cinco especialidades de cuerda, viento, percusión y piano que se imparten en el centro. A partir de ahí, Zamora debe aspirar al máximo, a contar con un Conservatorio de Grado Superior como existe en Salamanca. Zamora necesita, desesperadamente, iniciativas capaces de atraer población joven. El Conservatorio es una de ellas, como puede serlo el nuevo doble grado en Biblioteconomía del Campus, como demuestran que lo son las ingenierías, Magisterio o Enfermería. Luego habrá que abordar cómo articular las herramientas que impidan que todo ese talento que existe en las aulas tengan como salida, de forma masiva, la emigración. La provincia supera los 50 años de media de edad. Necesitamos savia nueva y esa corre por las venas de los niños y jóvenes que poblarán centros educativos como ese futuro Conservatorio. El presupuesto asciende a 11 millones de euros, uno menos que el que se presupuestó en 2008 para el fallido y megalómano Palacio de Congresos. La música erigiéndose sobre el desolado agujero es el más bello epitafio para los tiempos faraónicos y ajenos a las necesidades ciudadanas.