El 4 de agosto la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos. Nació en Dardilly, cerca de Lyon, en 1786. Estudió en el Seminario con muchas dificultades, y fue ordenado sacerdote en 1815. Tres años después fue nombrado párroco de la aldea de Ars, donde fundó un orfanato para niñas desamparadas, además de sus tareas habituales de la predicación del catecismo y, sobre todo, el sacramento de la confesión y la dirección espiritual. Los últimos años de su vida pasaba hasta 18 horas diarias en el confesionario, pues llegaban miles de personas cada año atraídos por su fama de santidad y porque les hablaba en un lenguaje sencillo. Se cuentan milagros en torno a su persona, y murió el 4 de agosto de 1859. Fue beatificado en 1905 y canonizado en 1925.