No se trata de echar abajo ninguna idea, incluida la de pedir un museo judío para Zamora, pero es que existen multitud de temas sin resolver, planteados hace muchos años, prometidos por el mismo partido en el que milita la senadora que ahora anuncia que va a llevar a la Cámara Alta una proposición para que se implante un nuevo museo. Mejor acabar de hacer, o empezar a cumplir lo prometido, rematando lo empezando, sin dejar obras en el olvido, como las del Palacio de Congresos o las Cúpulas del Duero, proyectos de mayor envergadura y mucho mas interesantes para la ciudad que la que ahora se propone, antes de meterse en otro berenjenal envuelto en humo y papeles de periódicos. El hecho de que la nueva ocurrencia, vaya a ser, o haya sido propuesta en el Senado, induce a pensar que debería estar soportada por fondos públicos, esos que tanto escasean y que buena falta hacen para actuaciones más rentables y acuciantes. Se entendería mejor tal propuesta si se presentara ante alguno de los lobbies judíos afincados en España, que cuente con medios para afrontarlo; porque si nosotros no hemos sido capaces de recabar fondos para levantar un museo que acoja la obra de Baltasar Lobo, cuyo numero de visitantes sería, con toda seguridad, netamente superior al que ahora se propone, no cabe esperar mejores resultados para un proyecto de menor interés y rentabilidad negativa, que diría el ministro de Economía de turno. Es más, si se diera la circunstancia de salir adelante la nueva idea, antes que la del museo del escultor de Cerecinos, no dejaría de ser, como mínimo, un hecho sorprendente.

Estas cosas que hacen los políticos o algunos políticos, en fechas estivales, no hay que tomarlas demasiado en serio, porque suelen parecerse a serpientes de verano, a un dejar de tener los pies en el suelo, como Mary Poppins, a una pincelada política para entretener. Porque, si lo que se pretendiera fuera hacer política de alto nivel, los senadores y diputados locales se preocuparían de defender los intereses de la provincia, planteando asuntos de mayor trascendencia y calado, atacando el verdadero problema que padece Zamora, que no es otro que el de la despoblación, el mismo que afecta también, en diferentes medidas, a la mayor parte de la región Castellano Leonesa. Pero claro, nadie se atreve a levantar la voz, no vaya a ser que se molesten en Valladolid o en Madrid y se les olvide colocarlos en las listas para las siguientes elecciones. Lo cierto es que, hasta ahora, no ha habido ninguno de nuestros representantes que haya hecho oír su voz en defensa de sus paisanos y, mientras tanto, la provincia languidece y se va extinguiendo, sin que se vea a nadie dispuesto a coger al toro por los cuernos.

Museos dedicados a la cultura judía existen en España, como "El Centro Sefardí" en Granada, de iniciativa privada, el "Museo Sefardí" en Toledo, de gestión estatal, y el "Museo de Historia de los judíos catalanes" en Gerona, de gestión municipal. En el conjunto de Europa coexisten con éstos otros setenta museos, dedicados al mismo tema, y cuarenta más en EEUU. Por otra parte, la Fundación Hispano-Judía viene anunciando que va a crear, en cuanto le sea posible el "Museo Judío" de España. Estos datos dan muestra de la enorme competencia que encontraría el hipotético museo zamorano.

Cincuenta y ocho millones de personas visitan, cada año, los museos españoles, que son atendidos por catorce mil empleados. Cierto es que los museos, además de poner a disposición de los ciudadanos diferentes muestras de cultura, generan una importante cifra de ingresos, aunque, desafortunadamente, esto último se limita a unos pocos de ellos. También es cierto que de los cuarenta y seis millones de habitantes que vivimos en España, no llega a quince mil el número de judíos.

Grandes problemas requieren grandes soluciones, por tanto en un país como el nuestro en el que existen hechos diferenciales (Cupo en el País Vasco, fueros en Navarra, PER en Andalucía) no podría considerarse como extraordinario que se aplicara un plan de emergencia que detuviera la peligrosa despoblación castellano-leonesa estableciendo un régimen fiscal especial que ayudara al asentamiento de industrias que pudieran contribuir al mantenimiento de población.

Lo cierto es que el mismo día que se publicaba la noticia del museo judío en Zamora, en otra columna del periódico se recogía la terrible realidad de la provincia: "Uno de cada cuatro zamoranos afronta el día a día al límite de la pobreza". Si senadores y diputados llegaron a leerla, ahí tienen tema suficiente para trabajar este año y el siguiente, esta legislatura y las que le siguen. Tal dedicación explicaría cual es su misión en los foros de máxima representación parlamentaria, y además con hechos sobresalientes, ya que, hasta ahora, nadie ha sido capaz de pasar de las ramas al tronco del árbol, y éste está a punto de venirse abajo, como el legado de León Felipe que apilado en algún almacén sigue esperando turno.