Desde que algunos medios influyentes trataron de hacer creer a Rivera, el líder de C´s - partido que se presenta como centrista siendo tan de derechas como el PP - su presunta semejanza política y hasta física con el fallecido Adolfo Suárez, brazo ejecutivo de la transición, no ha cesado el hombre de buscar golpes de efecto que le equiparen en algún punto, al menos en lo social, al fallecido presidente, tocando todos los palos posibles, pero lejos de conseguirlo. Ahora ha adquirido un nuevo protagonismo, que es lo que de verdad busca y le gusta, por más que el PP lo soporte despectivamente como socio obligado, al presentar su partido en el Congreso una proposición de ley para regular en España la maternidad subrogada, ese singular tema de debate, tan sensible, en el que ética, moral natural, y mercantilismo están librando una oscura batalla. Pero que a la vista del avance del nuevo orden mundial hay que temer que acabará imponiéndose, como se han impuesto otros atentados a la dignidad humana. Puede caber de modo excepcional, en casos extremos, pero no se puede degradar tanto la maternidad ni se puede convertir, como de hecho ya se ha convertido, en un mercado de vida.

Poco se atrevió antes Rivera, cuando alardeaba en su primera campaña electoral para las Generales de modificar la ley de violencia de género del nefasto Zapatero, a continuar con su promesa en cuanto los colectivos feministas se le echaron encima. Se le olvidó por entero y nunca volvió a hablar de ello, pese al interés que tiene el asunto dadas sus secuelas. Pero, a la sazón, se ha atrevido con la gestación subrogada, tal vez porque sepa que va a ser muy difícil sacarlo adelante dado que PP, PSOE y Podemos ya han manifestado su negativa absoluta a apoyar tal regulación, aunque el PP haya dejado la puerta abierta un poco, dado que no puede olvidar su condición de socio de C´s que le puede sostener o poner en un brete su gobernabilidad de la nación. Pero la izquierda es unánime en el rechazo, lo mismo que la totalidad de la progresía, tan proclive a la ley del aborto, sin embargo. Lo cierto es que en Europa, los países del entorno como Francia, Italia o Alemania carecen de tal normativa, regulada en Inglaterra, Bélgica, en el mismo Portugal, y en lugares del Este, como Ucrania y Rusia, donde fácilmente puede alquilarse una madre, siempre que el niño sea para matrimonios heterosexuales, por entre 50.000 y 80.000 euros, todos los servicios, todos los tratamientos, y todos los intermediarios incluidos. Pero Europa, a través de su Parlamento, es rotunda en la condena y considera el hecho contrario a la dignidad de la mujer y aconseja prohibir esta práctica. En España, el Comité de Bioética, se une al rechazo.

Se trata de un presunto negocio de connotaciones humanas, por encima de lo más sagrado y que cuenta con numerosos clientes. En internet hay muchas agencias ofreciendo vientres de alquiler. Los más pudientes acuden a Estados Unidos aunque allí el costo se dispara a los 150.000 euros. Desde luego esto es para gente con posibles. Nadie se pregunta cuales serán un día los sentimientos de esos niños, ni cuales son los sentimientos de esas madres que gestan un hijo para otros a cambio de dinero, por necesidad.