La prensa del 19 de Julio de 2017 se ocupa de la discusión y decisión que ha existido en la Real Academia Española sobre la legitimidad de la palabra "iros", es decir, de una fórmula del imperativo del verbo ir. Ante la indecisión existente entre los escritores, que han utilizado la fórmula "idos", "ios" e "iros", la Rel Academia ha decidido que, aun siendo lo normal "idos", es admisible utilizar la utilizada "iros" como legítima. Y alguien (el académico Pérez Reverte) ha dicho, para justificar la resolución de la Academia, que ésta es "notario" de cómo se habla y no "policía".

Mi opinión es totalmente contraria a esta fórmula. Cuando en el reinado de Felipe V se creó la Real Academia Española de la Lengua, se le aplicó el lema del título; se le atribuyó: "limpia, fija y da esplendor", que señalaba su cometido con relación a la Lengua. Y desde entonces siempre que hubo dudas sobre algún término concreto, se asumió, como en lo jurídico una sentencia del Tribunal Supremo, lo que dictaba la Real Academia Española sobre el particular. Nunca hasta hoy se había dicho que la Real Academia fuera un "notario", algo así como un historiador que testificara sobre el uso que en el pueblo se hacía del término en cuestión. Su función con relación a la lengua era, tal vez, la del policía que advierte la anomalía de lo habla-do; pero, más que eso, se le adjudicaba la función del legislador que señala cómo se debe de-cir. Lo cual es mucho más que lo que puede hacer un mero policía. Y eso es lo que tendremos de hoy en adelante con relación a la palabra "iros" como "imperativo pronominal del verbo ir".

Entrando en el fondo de la cuestión, salvando la autoridad de cualquiera sobre mi pro-pia opinión, es que cualquiera de las fórmulas admitidas ( "idos", "ios", "iros") debe calificarse como "inadmisible". De hecho nunca he entrado en la duda. He utilizado "marchad","salid", o cualquier otro verbo que me hayan presentado el significado y nunca el que adjudique al ver-bo ir una especie de complemento directo representado por el pronombre "os". La razón es muy sencilla: el verbo "ir" es intransitivo y, por tanto, no admite ningún complemento directo. Existe una diferencia fundamental con otros verbos, como, por ejemplo, llevar. Se dice con toda legitimidad: "Id a un lugar y llevaos la documentación adecuada"; porque el verbo llevar si es transitivo y admite el complemento directo ("la documentación adecuada", en este caso), y el complemento indirecto (de llevad) pronominal "os".

Tal vez sea exagerado mi juicio sobre la legitimidad de "os" con el verbo ir. Pero entiendo que puede ser admisible tratándose de la Real Academia a la que considero exigente guardián de la pureza de la Lengua Española, por lo que no admite -ni mucho menos- en el Diccionario todas las palabras que se le ofrecen en el común hablar del pueblo. Su compromiso de "limpiar, fijar y dar esplendor" a la Lengua debe ejercerlo con todo rigor, para que el espa-ñol hablante tenga el Diccionario de la RAE la norma segura de una dicción ejemplar. Sin que se interprete como propuesta de ejemplo, siempre que me siento a escribir, sobre todo si pre-tendo que se lea mi escrito, tengo al lado un ejemplar abreviado de ese diccionario; y, cuando dudo de la legitimidad de la palabra que tengo in mente para emplearla, acudo sin falta al diccionario, sabiendo que, una vez consultado, mi seguridad es completa. Lamento que algún término se haya "colado" en mi escritura sin la normal prevención de consultar el diccionario antes de situarlo en mi escrito. Pero es clara mi buena intención al situar a mi lado un ejemplar del diccionario de la RAE

Es fundamental la función que concedo a la Real Academia Española. No sé si puede acomodarse con la de un "policía". Mi intención es más importante y sobrepasa las labores de un policía en la vida social. Es, para mí, la Real Academia una institución similar, en lo que se refiere a la Lengua Española, a la que compete al Poder Legislativo en la vida legal de la Sociedad. Así como no entra en vigor, en la sociedad civil cualquier norma que se le ocurra a una persona, aunque sea muy competente en su organización, si no es una Ley, o cualquier otra disposición aprobada por el Poder Legislativo de la nación, de la misma manera no debe entrar en la común habla del pueblo cualquier término que no haya sido aprobado e incorporado a su Diccionario por la Real Academia Española. Y veo muy bien que ésta no admita todos los térmi-nos que se le presenten, aunque lamente la limitación que tal decisión de exclusión impone a mi natural forma de expresarme. Para mí la Real Academia debe ser un vigilante riguroso.