Hace un año despedimos a Miguel y aunque nosotros le recordamos todos los días, hoy queríamos compartir esos recuerdos sobre un tipo que repartió su corazón a ambos lados del atlántico, y lo hizo como decía un amigo, conservando su inocencia intacta, su entusiasmo juvenil por la arquitectura que guió toda su vida.

Para hacerla corta, como él decía, Miguel era fanático del fútbol, nombrar a San Lorenzo de Almagro, Barça, Atlético Zamora, sería quedarse muy corto, lo sabrán los centenares de chicos que entrenó. Primero allá en Buenos Aires, donde todos los fines de semana cargaba el coche de camino a la Ciudad Universitaria y luego acá en Zamora, donde "El Argentino", "El Pibe" era toda una institución, un entrenador exigente, un poco padre, un mucho amigo.

Para hacerla corta, habría que decir que Miguel era un enamorado de su nieta, de sus hijos,de su familia, de sus amigos y que estar en este círculo, te exponía a llamadas intempestivas en medio de la noche para saber el nombre del actor secundario de una película de la que apenas recordaba el título o tener que irle a buscar a las dos de la mañana porque se había quedado sin gasolina, pero sobretodo te exponía a un plan emocionante, a una aventura diferente, a "una oferta que no podías rechazar". Para hacerla corta habría que decir que Miguel era un apasionado de la música, pero eso es quedarse muy corto. La música entendida como forma de vida, de pensar, de sentir, de recordar, decompartir, de enseñar. Algo que le hacía tan feliz, que medía el tiempo en discos y organizaba sus recuerdos por conciertos.Crítico implacable, manager honorífico, fan incondicional de las grandes bandas y de las bandas grandes, las de sus amigos.

Dedicado a las personas que tuvimos la suerte de compartir todas estas cosas con él.

Cynthia González D´Agostino