Zamoranos y zamoranas, la Diputación ha decidido que no es lo mismo vivir en un pueblo con ayuntamiento propio que en un pueblo que lo tiene en otra localidad, llamado "anejo". De tal manera que para las obras que se necesitan por igual para vivir, a los anejos les reparte una cuarta parte del dinero que da a los pueblos con casa consistorial: 18.000 euros por los últimos y sólo 4.500 por anejo.

Sin embargo, en la realidad no hay forma de distinguir entre pueblo con ayuntamiento y anejo. Porque la gente de Zamora vive en pueblos, no en anejos. Pueblos con sus casas, sus calles, su iglesia, su bar y su frontón si hay suerte, y su consultorio médico y su escuela si hay más suerte y niños.

Y todos tienen las mismas necesidades, sea municipio propio, anejo o entidad local menor. Porque estos nombres sólo son una categoría administrativa, pero en realidad son un pueblo con calles que pavimentar; necesidad de agua potable en las casas y de saneamiento de las residuales; con caminos que hay que mantener, necesitado de luz o alumbrado y de servicios que les faciliten la vida como la limpieza y recogida de residuos? y que les acoja con dignidad en la vida y en la muerte. Por ello, también con su cementerio para descansar en paz cerca de donde han vivido.

Todos esos son los considerados servicios básicos para poder vivir, y deben estar cubiertos en todos los pueblos, sea cual sea su denominación administrativa.

Y la Diputación, que conoce la realidad de todos los pueblos, y reconoce la justicia de tratar a todos por igual, reparte el dinero para estas obras teniendo en cuenta si tienen o no ayuntamiento, en lugar de tener en cuenta si tienen o no estas necesidades cubiertas.

Pese a las acusaciones de demagogia recibidas por decir esta obviedad en el Pleno de la Diputación - ¡tristes tiempos estos en los que defender lo obvio es necesario!-, no se trata siquiera de casos excepcionales a los que se les da relevancia pese a ser escasos, ¡no! Estamos hablando de una injusticia que afecta a la mayoría de los pueblos: 250 anejos frente a 245 con ayuntamiento.

Ni siquiera se justifica la discriminación en el número de personas que viven en ellos, porque hay municipios de un solo pueblo que tienen menos habitantes que un anejo. Y no cito nombres porque nadie tiene la culpa de que su pueblo, aunque pequeño, sea municipio con todas las de la ley y reciba 18.000 euros para obras, mientras el de al lado sea un anejo incluso más grande y sólo reciba 4.500.

Alguien quizás si tiene culpa: quien año tras año sigue discriminando a los anejos en el reparto de las obras de los planes municipales, y también sigue sin abordar con un mínimo de coherencia una ordenación del territorio que trate a todos los pueblos por igual.

Porque los derechos son del pueblo, que somos todas las personas da igual dónde vivamos y si tenemos o no edificio consistorial. Y por eso todos los pueblos, municipios, anejos, entidades locales, aldeas y quien quiera que parió tantas diferencias administrativas para nombrar el sitio donde vivimos en vecindad? Por eso todos los pueblos tienen derecho a tener cubiertas sus necesidades esenciales, y alguna de las otras también importantes como los centros culturales, los comedores sociales,y un parque infantil y una pista deportiva y piscina en verano? Y en las primeras sobre todo hay que tratarlos por igual.

Cuando llega el verano, leer este periódico nos llena de optimismo porque la despoblada "Laponia del Sur" se llena de ex lapones zamoranos de la diáspora que llenan las calles de fiesta y alegría. Algunos detalles como que los trajes zamoranos, destacando entre ellos el de Viuda Rica de Toro, se expongan en el Museo Víctor Hugo de París, nos llena a su vez "de orgullo y satisfacción", como decía el ex rey de esta nuestra España antes de que no le invitaran a celebrar los cuarenta años de democracia, como hicieron con tantos luchadores por ésta que tampoco fueron reconocidos.

También nos llena de esperanza las palabras de la Diputación en la fiesta de la comarca de Aliste, donde se habla de "luchar día a día, trabajar unidos y salvar los pueblos".

Quizás no estemos predicando en el desierto de Laponia, sino entre las buenas gentes de todos nuestros pueblos, todos, luchadora cuando hace falta y tomando fuerzas en el verano para lo que se avecine.

Los anejos ya tienen alguien más que les escriba, como hizo Celedonio Pérez hace unas semanas con "El Sr. Pedáneo se muere de asco", que removió conciencias y verdades. Entre ellas la mía, la nuestra. Y que leí en el Pleno sin su permiso, que hoy pido.