En esta sociedad en la que vivimos nos cuesta llamar a las cosas por su nombre, de ahí que utilicemos con excesiva frecuencia los eufemismos. Así llamamos alopécicos a los calvos, trabajadoras sexuales a las prostitutas, y así un largo rosario de palabras que antes se utilizaban de otra manera. También se ha impuesto la costumbre de preguntar en los bares por el lavabo, cuando en realidad lo que necesitamos es una taza para hacer nuestras necesidades, o sea un váter. Pero, llamándolas de otra manera nos parece que le quitamos hierro al asunto, o que no resulten ofensivas, o malsonantes, o discriminatorias, algo tan absurdo como llamar presunto a un preso que lleve varios años en la cárcel. Lo digamos como lo digamos no va a cambiar la situación ni el sentido de las cosas, porque el calvo seguirá sin tener pelo, la prostituta continuará practicando el coito con sus clientes, y el váter siempre será el váter por muchos lavabos que le pongamos.

En esta línea de llamar a las cosas de otra manera se encuentra una que ha salido a la palestra últimamente, la de llamar "maternidad subrogada" al encargo de un bebé a un vientre de alquiler. Ciertamente, la RAE admite tal denominación, la de "maternidad subrogada", pero toda la vida se ha llamado a las mujeres que lo practican "vientres de alquiler" y no otra cosa.

Esa práctica, la de encargar hijos a una tercera persona se está extendiendo de manera importante en el mundo, también en España, donde se dice que son más de mil los casos que se vienen produciendo en estos últimos años. Pero se da la circunstancia que la práctica de encargar un hijo a una mujer que alquila su vientre, a la que se le aplican técnicas de fecundación asistida, se encuentra prohibida en España, por lo que los interesados recurren a hacerlo en otros lugares.

En los países más afines al nuestro, como son los europeos, las posiciones son diferentes, así en Francia, Italia, Alemania, Suiza y Suecia no está permitida tal práctica, y si en Portugal, Grecia y Reino Unido, aunque con distintas regulaciones legales.

Es que éste es un tema que provoca gran debate, porque si bien es cierto que existen parejas estériles que desean ser padres, no es menos cierto que no parece moralmente aceptable que para satisfacer tal deseo, o necesidad, haya que denigrar a otra persona, cual es la mujer que se presta a esa práctica. De hecho, el Parlamento Europeo, en 2014, la ha condenado "por ser contraria a la dignidad humana", y el Comité de Bioética lo ha rechazado porque "lo que hace es comprar a un menor".

Lo cierto es que lo de concebir niños a la medida se ha convertido en un negocio ya que, como no podía ser de otra manera, ha surgido la figura del intermediario, la del abogado que ha de regularizar tal situación, la del psicólogo que debe atender a la madre de alquiler, la de la clínica que realiza el seguimiento, y la propia remuneración de la dueña del vientre alquilado. Basta darse una vuelta por Internet para ver lo que se está moviendo a propósito de esta práctica. Las cifras que se vienen manejando, oscilan entre los 35.000 y los 150.000 euros, por encargo.

A la vista de estos datos, nadie se imagina que una mujer de la clase alta pueda dedicarse a traer hijos para terceros, aunque si puede pensarse justo en lo contrario, que una mujer desheredada de la fortuna se vea obligada a prestarse a ello.

Ante tal mercantilización de la mujer cabría preguntarse que pasaría si una madre de alquiler esperara un hijo con malformaciones ¿Se le obligaría a abortar, o el padre o los padres que le han hecho el encargo se harían cargo del bebé? Porque se mire como se mire, esto parece más una operación comercial que otra cosa, y de ser así habría que incluir una cláusula de garantía. Vamos, que un tema tan serio como la de engendrar un hijo no puede dejarse sujeta a la demanda como si se tratara de una lavadora o un utilitario, sino que debería pasar por la conciencia de todos y cada uno de los ciudadanos.

Personas de distintas tendencias ideológicas, políticas o religiosas, piensan, sorprendentemente de manera aparentemente contradictoria a su línea de pensamiento. Así, la escritora Almudena Grandes o el dibujante y humorista El Roto, ambos de izquierdas, se manifiestan claramente en contra de la "maternidad subrogada", mientras que Rivera, el líder de Ciudadanos -partido de derechas- se manifiesta a favor dado que ha presentado una proposición de ley en el Congreso de los Diputados, a este respecto.

Si existe algo que no debería dejarse en manos del Gobierno, ni del Congreso, sería decidir sobre este tema, porque es tan profundo que trasciende a la política, ya que afecta a lo más profundo del pensamiento y de la conciencia, y por tanto debería decidirse en referéndum.