Que los responsables no lancen cohetes porque las Fiestas de San Pedro no han gustado tanto a todos como nos han hecho creer. Han gustado a todos aquellos que de una u otra forma han participado o han cobrado por hacer siempre lo mismo. Algunos les sacan una rentabilidad tremenda, en forma de subvención, a lo de siempre. Las fiestas de San Pedro en Zamora están cayendo en picado. Ni un solo concierto aceptable. Y para uno de altura, como el de Raphael, el de Linares tuvo que suspender, como ha suspendido los conciertos de Madrid, por un problema de garganta.

Cuándo volverá a recuperar Zamora aquellos conciertazos de años ha, que nos situaban en primera línea, que nos permitían disfrutar de lo más granado del hit parade. Si echamos la vista atrás y recorremos la nómina de grupos y de solistas que han pasado por los distintos marcos, fundamentalmente el parque del castillo, que les ha prestado Zamora, va a ser difícil superarla. Lo que no se entiende bien es que en provincias limítrofes, pongamos por caso León, se permitan el lujo de realizar conciertos multitudinarios en plazas principales y totalmente gratuitos y Zamora languidezca también en este aspecto como en todo lo demás. Los responsables tienen que ponerse las pilas urgentemente.

Mi amigo Gonzalo, que es de León, me ha puesto los dientes largos a fuerza de hablarme de las fiestas de su tierra. Entre lo mucho y bueno que han podido disfrutar los leoneses, siete conciertos gratuitos. Música en vivo y directo en su Plaza Mayor, con el Langui, Fangoria, Loquillo, La Oreja de Van Gogh, tres grupos indies: Viva Suecia, New Raemon y McEnroe y Los Ilegales. En Zamora ni olerlos. Que la concejalía pertinente le pregunte a su homóloga leonesa cómo lo han hecho con 145.000 euros de presupuesto. Aquí ha sido mucho más el dinero invertido y nos hemos aburrido como ostras. En realidad, somos los ciudadanos los que damos vida a las fiestas pero si no hay de donde poco se puede hacer.

Ya vale de siempre lo mismo y los mismos en Zamora. Han cortado un patrón y todos hacen el traje sobre ese mismo papel. Entre el tiempo que acompañó poco o casi nada y que los zamoranos son poco participativos, en esta ciudad se está dejando morir hasta el espíritu festivo, a fuerza de no hacer las cosas bien. Y en la concejalía pertinente, su titular se habrá quedado tan oreada creyendo que ha hecho algo grande. Que se deje de escuchar cantos de sirenas y de dar pábulo a la cantidad de tiralevitas que le rodean y que trabaje a conciencia unas fiestas impresentables, salvo alguna que otra cosilla que ya forma parte de la tradición y que está ahí con estos, con aquellos, con los otros y con los de más allá.