Decía el historiador y comentarista don Cesáreo Fernández Duro que, en 1726 los párrocos de las iglesias de Zamora tenían el afán de rodear los templos con tapias que impedían la visibilidad de los monumentales edificios.

Se refería concretamente a que el párroco de San Cebrián o Cipriano había obtenido permiso del Ayuntamiento para construir una tapia que ocultaba el ábside, lo que era motivo para que los viajeros pasaran por la ciudad sin sospechar que aquí hubiera nada digno de ver, ya que las joyas arquitectónicas estaban envueltas en un grosero cercado que las hacía desaparecer a la vista.

Fue muy importante la obra que se realizó en 1725 de construcción de la calzada que va desde la iglesia de San Cipriano a la de Santa Lucía, obra que consistía en una pronunciada rampa que atravesaba el antiguo recinto amurallado. Al rebajar el terreno para suavizar la pendiente de la calzada, se resintieron los cimientos del arco que allí había, por lo que hubo de ser derribado el llamado "Arco de San Cebrián" al amenazar ruina, aplicando la piedra para el firme del camino.

En la cuesta de San Cipriano se conserva todavía una inscripción en la que se lee: " Reynando la Magestad del Monarca D. Felipe V hizose esta calzada, siendo Corregidor don Ginés Hermosa y Espejo, Caballero Comendador de Enguera, del Orden de Santiago, Coronel de Caballería de los Ejércitos, Señor de la Villa de Antillo, Año de 1725".

Fue aquella una época de gran actividad, durante la que se realizaron importantes trabajos en el puente, en la Cárcel, en el Consistorio, en las Iglesias de San Esteban y Santo Domingo, en el nuevo Seminario y en San Ildefonso. Todo ello fue a partir de la proclamación de Felipe V. Se hicieron fortificaciones, reparación general de la muralla, con garitas y aspilleras adaptándose a las necesidades del nuevo armamento. La antigua fortaleza contigua a la Catedral fue transformada en Ciudadela o Castillo independiente de la plaza y dominando la parte del Mediodía.

La aglomeración de tropas y las molestias que sus alojamientos causaban al vecindario aconsejaron la construcción de cuarteles, uno de Infantería, edificado en la puerta de San Pablo, y otro en la Plaza del Mercado para la Caballería. En 1707 se restauró la iglesia de Santa Lucía; en 1709 el Hospital de San Lázaro, la ermita de Santa Susana en el mismo arrabal, y el puente de la ermita de Santiago El Viejo.

Muchas fueron las construcciones que se llevaron a cabo en aquella época de bonanza; algunos de aquellos edificios ya no existen, otros han experimentado nuevos cambios, pero lo más importante es que hayan desaparecido aquellas tapias que cercaban las iglesias y no permitían disfrutar del mérito arquitectónico de nuestros templos románicos.