¿Han oído hablar de la ley de Moore? ¿Sí? Pueden saltarse el siguiente párrafo. ¿No? Se lo explico: es un término informático acuñado por Gordon Moore (cofundador de la empresa Intel de microprocesadores) según el cual cada dos años aproximadamente se duplica el número de transistores en un microprocesador. Aplicado al presente: los precios se reducen al tiempo que las prestaciones aumentan. En lenguaje llano: las ciencias adelantan que es una barbaridad.

De ahí que el presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete, vaticinara recientemente que esa revolución comparable con la industrial logre que los datos desplacen al petróleo como recurso más valioso si las compañías y la sociedad son capaces de darle el "valor" que pueden llegar a alcanzar. "Se está produciendo un aumento en la capacidad de procesamiento y almacenamiento de la información", señaló. "El número de operaciones por segundo y por 1.000 dólares ha crecido exponencialmente. Este primer mensaje es la base de todo lo que está sucediendo con el mundo de la tecnología y sin él no se entiende todo lo que está sucediendo. Vivimos en una era de auténtica disrupción tecnológica, en una evolución exponencial que lo está cambiando todo". Y cuando llegue más pronto que tarde la red 5G, aún en pruebas, "aumentará la capacidad del transporte y descarga de datos, eliminará la latencia y será la 'explosión' del internet de las cosas".

Y aquí empiezan las grandes dudas. Ahí va una de ellas: los seres humanos solo generamos el 48 por ciento de los datos. El resto procede de las máquinas. Ante esa revolución permanente e imparable de la inteligencia artificial, con máquinas que imitan comportamientos humanos con creciente precisión y sobre las que urge aplicar un nivel de transparencia y unos criterios con hormas morales, surge la gran pregunta: ¿cómo conseguir que sean los ciudadanos, dentro de un marco irrenunciable y universal de valores, los que tengan el poder sobre sus propios datos, gran parte de ellos guardados en algo tan etéreo y, como se ha visto ya en demasiadas ocasiones, vulnerable como la nube?

Vincent Mosco, reputado profesor de sociología canadiense, es tajante al respecto: "Las regulaciones no nos protegen, ni siquiera de cerca. Necesitamos mayores controles. Y tenemos que considerar migrar hacia un modelo de utilidad pública, que le dé al ciudadano un mayor control sobre los usos de sus datos, que nos involucre en los procesos de decisión sobre la nube y que, en general, haga seguro que la nube sirve a todos".