Cuando a mediados de la década de los 90 el felipismo daba evidentes muestras de su desgaste y la corrupción hacía mella en sus mismas entrañas, los españoles, aun reconociendo como el Gobierno del PSOE había modernizado el país, le había incluido de pleno derecho en Europa, había acabado con los viejos fantasmas y había propiciado su desarrollo y prosperidad, aun así, aun con todo eso, habían decidido que era la hora del relevo, con un director general de la Guardia Civil, un gobernador del Banco de España, y el presidente de un banco en la cárcel. Y así ocurrió en el 96, exactamente, porque entonces había un relevo, una alternativa de esperanza, un centro derecha dirigido por Aznar, que si personalmente caía fatal a la gente, inspiraba confianza en su labor política. El problema es que ahora, los españoles que creyeron ya en 2015 y en 2016 que había llegado el momento del cambio, se encontraron sin opciones reales y válidas, por lo que una mayoría se aferró a lo malo conocido, aun votando con la nariz tapada para mitigar el insoportable hedor de corrupción que el PP de Rajoy despide.

Una de las nuevas posibilidades que se ofrecía era C´s liderado por Albert Rivera, pero la decepción fue inmediata. Han pasado dos años de las elecciones municipales y autonómicas y su partido ha perdido ya casi 150 militantes - 143, exactamente - entre los cargos electos que había conseguido, concejales y diputados regionales principalmente. En realidad, C´s, que estaba funcionando en Cataluña como un bastión frente al rampante independentismo, pasó a ser de la noche a la mañana un extraño y ambiguo partido nacional, financiado a lo grande por no se sabe quién - o sí - y colmado por un aluvión de arribistas, rebotados muchos de ellos de otros partidos, que creyeron ver en la nueva formación la oportunidad de hacer carrera política dada la bajada del PP en las citas electorales que se avecinaban, como así fue. Pero sea una marca blanca de las oligarquías y élites que manejan a los populares, o sea un invento del Ibex como se asegura desde la izquierda, el caso es que C´s se quedó lejos de la expectativas y cayó en votos y escaños en sus segundas elecciones generales, marcando seguramente su techo. Las maniobras de su líder, sus contradicciones constantes, el incumplimiento de sus promesas de lucha contra la corrupción y regeneración de la democracia, sus bandazos continuos y su papel de báculo del PP han sido la causa principal de las deserciones, a las que se unen algunas expulsiones.

A la gran decepción y desprestigio que supuso Podemos por su irracional radicalización, su mala estrategia, y la peor gestión de sus fuerzas, se suma el declive de C´s, un partido sin sustancia que parecía que iba a ser el centro, o la nueva y moderna derecha, pero que dos años después la gente sigue sin saber bien lo que es y lo que quiere, aunque se sospeche. Resultado: que pese a su debilidad, el PP sigue mandando, porque sus rivales, PSOE incluido son mucho más débiles. Mientras, IU, la aliada de Podemos, con tan pobres resultados para ambos, debate el pacto electoral, y desde Zamora, su alcalde, Guarido, de IU, avisa que mantener tal unión supondrá entregar el Ayuntamiento al PP.