La tragedia de Portugal, increíble, espantosa, estremecedora, no puede caer en saco roto, ni olvidarse en cuanto pasen unos meses o unas semanas. Ha sido demasiado fuerte, demasiado sangrienta, demasiado inesperada, como si la naturaleza, a la que tanto daño hacemos a diario, quisiera demostrarnos quién manda, quién puede destrozarnos en cuestión de minutos por muchos adelantos que tengamos, por mucha tecnología que acumulemos.

Y no debe olvidarse porque es posible (o probable) que se repita si continuamos por el mismo camino. Ya he oído por ahí a algún listillo comentar, engallado él, eso de "aquí no ocurren esas cosas". ¿Y por qué no pueden suceder y más en un verano como este, especialmente seco y, por tanto, peligroso? Ya ha habido años atrás muertos en incendios en Guadalajara, Galicia, Extremadura, provincias de Castilla y León? Parece -la ministra Tejerina dixit- que España cuenta con el mejor dispositivo contra incendios del mundo y que el sistema de detección es, igualmente, el más avanzado y el más eficaz. Me alegro. Y mucho, pero toco madera.

Basten un par de datos para certificar mi escepticismo. Según datos oficiales, de enero a mayo de este año ya se han producido en Castilla y León 1.492 fuegos con un total de 2.025,8 hectáreas quemadas. A la cabeza, León con 1.152 hectáreas calcinadas (la mayoría en el devastador siniestro de El Bierzo), seguido de Segovia (426), Burgos (173) y Zamora (141,4). O sea que, en apenas cinco meses de invierno y primavera, ya tenemos unas estadísticas inquietantes y dramáticas. ¿Qué nos puede invitar al optimismo visto lo visto? Podemos tener el mejor sistema universal de lucha contra el fuego, pero ¿no sería mejor, infinitamente mejor, que esos incendios no se produjeran?

La pregunta parece de Pero Grullo. Y lo es, pero tiene un trasfondo serio y grave. El mismo que repiten machaconamente sindicatos, agentes forestales, vecinos y hasta las propias autoridades: los fuegos se apagan en enero cuando habría que limpiar los montes y llevar a cabo esas labores de prevención que, oiga, si todos estamos de acuerdo, ¿por qué no se hacen? Este es uno de los grandes enigmas de nuestra pobre existencia: ¿por qué muchos de los dineros que se destinan a otros menesteres no se dedican durante todo el año a tener montes y bosques como Dios manda?, ¿qué impide que los parados del medio rural (y urbano) no puedan atender esas labores con un salario digno, Seguridad Social, etc, etc?

Pasa el tiempo, se repiten los mantras de la prevención, la limpieza y demás, pero cada año, al menos en las zonas que conozco, hay más hierbas, más ramas secas y, en definitiva, más descuido en los campos y bosques. Y hay más abandono de las gentes que aún quedan en aldeas y pueblos. De esas gentes que antes labraban tierras y huertos, que sacaban sus rebaños a pastar, que podaban los árboles, que eliminaban matorrales y arbustos?De esa gente no se ocupa nadie y, claro, pasa lo que pasa. El campo se llena de, hablando en plata, mierda; la gente, por edad, por cansancio o por cabreo ya ha tirado la toalla y lo que fueron cultivos cuidados o pastizales aprovechables se convierten en yesca. Y encima si a las citadas gentes les da por limpiar sin permiso caminos y fincas, aunque sean suyas, les pueden caer multas de órdago y tratarlas como delincuentes. Y se preguntan: ¿qué beneficios tangibles tenemos por ser Reserva de la Biosfera o Parque Natural o zona ZEPA o territorio de especies protegidas? Ahí, en esa distancia sideral entre lo oficial y lo real, entre los papeles y el día a día en el pueblo, nacen muchos de los problemas que acaban como acaban. Muchas gentes no se sienten implicadas en disposiciones y reglas que le vienen impuestas desde fuera y sin contar con ellas. Además, suelen tener que aguantar el menosprecio y la falta de comprensión de encorbatados, relamidos y sabihondos cuyas lenguas, a veces, parecen la cerilla que prende la mecha. Lenguas de fuego.

Miren: en una de las comarcas que más masa forestal tiene de esta región y de España, la zona de pinares, al norte de Soria, nunca hay incendios. ¿Saben por qué? Porque la gente cuida sus montes como su propia casa. Esos montes les dan buenos dividendos, puestos de trabajo, vida?¿Es tan difícil trasladar esta experiencia a otros lugares?, ¿no sería más que conveniente hacerlo por muchas razones y más ahora con las lágrimas recientes por la tragedia portuguesa? Repito: ¿es tan difícil?, ¿se ha intentado?