Casi diariamente, podemos ver en el río Duero esforzados deportistas que a bordo de sus piraguas surcan las aguas del río entrenándose para competiciones que puedan surgir dentro o fuera de la provincia e incluso en ámbitos internacionales. En localidades ribereñas del Duero, como Villaralbo, Fresno de la Ribera y Toro hay clubes que agrupan un buen número de piragüistas federados, en la capital tienen su sede cinco o seis clubes de espacialidades canoa Kajak y piragüismo, lo que demuestra la gran afición que hay en Zamora a este deporte acuático.

Esta afición al remo viene de muy antiguo, pues remontándonos a hace más de setenta años, concretamente a finales del mes de julio del año 1947, piragüistas zamoranos protagonizaron una travesía que podríamos calificar de heroica. Seis jóvenes e intrépidos remeros zamoranos realizaron la travesía desde Zamora a Oporto en piraguas por el río Duero. Según relataba el responsable de la expedición, Pedro Ladoire, las dificultades fueron muchas y en algunos momentos parecían insuperables.

Inmediatamente después de salir de Zamora, ya en la presa de El Porvenir, una de las piraguas chocó contra una roca y se rompió. La repararon a fuerza de paciencia y esfuerzos, continuando por rápidos que se sucedían continuamente, teniendo que salir y cargar con las embarcaciones en muchos tramos del recorrido por la orilla. Al llegar al salto de Villacampo, encontraron tres rápidos que no le dieron tiempo a reaccionar y entraron en ellos a una velocidad impresionante, ante las dificultades para gobernar las piraguas, una de ellas quedó hundida en un rompiente puntiagudo y Pedro y su compañero de remo Chito de la Peña salieron por los aires. Por fortuna, el incidente fue solo aparatoso y solamente tuvieron algunos rasguños sin importancia, aunque la piragua quedó enquillada y no pudieron recuperarla. La repusieron con una nueva prosiguiendo la marcha hasta llegar a la frontera portuguesa.

En Portugal todo fueron atenciones por todas partes, por los pueblos ribereños recibían un trato extraordinariamente cariñoso y cordial. En terreno portugués el río se hizo mucho más suave y llevadero. A lo largo del trayecto aumentaba el número de aficionados que acudían a las orillas del río para verlos pasar. La llegada a Oporto sobre las seis de la tarde fue apoteósica. Tres kilómetros antes, un gran número de embarcaciones a vela y a remo escoltaron a los piragüistas zamoranos hasta la llegada donde fueron agasajados por autoridades y representaciones de Portugal y de España.

En el Consulado de España fueron obsequiados con una brillante recepción y los deportistas zamoranos regalaron sus piraguas a las Mocidades Portuguesas.

A través de las crónicas publicadas tres días consecutivos en la prensa zamorana no he podido conocer los nombres de los seis piragüistas que protagonizaron esta larga y difícil travesía; únicamente se cita al responsable Pedro Ladoire, que por cierto falleció el pasado 9 de febrero a los 95 años. El otro nombre que aparece en la reseña es Chito de la Peña.

Lo que parece muy probable es que ya no vivan los seis después de los años transcurridos.