Injustamente, en la calle siempre se ha dicho que todos los políticos son iguales, sean del lado que sean, y esa es una de las causas del suspenso general que reciben todos los partidos. Por cierto, que en ese reciente sondeo conmemorativo de los 40 años de democracia falta la valoración de las comunidades autónomas, que puede que resultasen menos apreciadas todavía. Aunque no son buenas las generalidades, eso desde luego, los hechos están demostrando que la ciudadanía no suele equivocarse mucho en sus opiniones aunque luego se equivoque en sus votos.

Los que tanta honradez predicaban, la izquierda radical de Podemos y sus mareas o círculos concéntricos, que cada vez lo son menos, que tanto ruido meten en los ayuntamientos e instituciones que gracias a pactos y coaliciones han conseguido gobernar, son también humanos, resulta, y no solo dan trabajo a parejas, familiares y amigos con cargo al dinero público, sino que ahora, también, pasa alguno de ellos a militar en la nada honrosa calidad de imputado por la justicia, y en vez de expulsarlos de inmediato, como ellos dicen que debe hacerse cuando se trata de los demás, sobretodo del PP, salen en su bizarra defensa o se limitan a silbar y mirar a otra parte. A dos concejales de Ahora Madrid, uno de los grupos que sostiene a la alcaldesa Carmena, les han imputado por presuntos delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos, a lo cual ha reaccionado la oposición blandiendo precisamente el código ético interno de Podemos y pidiendo el cese de los ediles, a lo cual se opone el equipo de gobierno local aduciendo que ambos investigados, en cualquier caso, no buscaban el lucro personal con sus actuaciones que por erradas que fuesen solo fueron administrativas. Una excusa que es justamente la misma que usó el PP en el caso del presidente de Murcia quien tuvo que acabar dejando el cargo, lo mismo que debería sucederles a los concejales imputados.

Cierto que lo de Podemos y sus satélites más bien es pecata minuta en comparación con toda la corrupción que se ha cocido y se cuece en el PP. Porque mientras, en el juicio por el escándalo de Gurtell se están produciendo unos hechos que se preveían pero que están llevando el confusionismo y el imperio de la corrupción a la calle, pues Bárcenas se niega ahora a declarar ante la justicia todo lo que antes confesó: caja B en el PP, financiación irregular, sobresueldos procedentes de las donaciones al partido a los dirigentes de entonces, Rajoy incluido; nada de nada. S´i han declarado, como testigos, los antiguos secretarios generales y naturalmente todos negaron las entregas en sobres. La sospecha del contubernio existente entre el ex tesorero y su antiguo partido para salvarse él de volver a la cárcel y salvar también al PP se va haciendo más patente, aunque la última palabra la dirá la justicia. Ahora parece que todas las culpan son encaminadas hacia una dirección sin salida, pretendiendo responsabilizar a otro extesorero anterior de lo de siempre: irregularidades administrativas. Pero como Lapuerta, es un hombre al que la edad y la enfermedad ha disminuido sus capacidades, todos se las prometen muy felices.