No parece fácil ser optimista en los tiempos que corren. Si lo pones de manifiesto te pueden reñir por ingenuo, por inconsciente o por mal informado. Pero si declaras serlo al tiempo que vives en un pueblo, pueden considerarte un pobre hombre, quizás instalado en el autoengaño, o un ecologista revenido que no se entera de nada.

Lo habitual es encontrarse pesimistas de toda laya. Unos ejercen de maestros del desastre, son capaces de enumerar con pelos y señales cómo se va a producir la hecatombe final, disfrutan en el trance; otros cenizos lanzan vaticinios sombríos que traerán desgracias sin cuento y los más remilgados ejercen de estudiosos sobradamente informados. Qué cómodo es ser pesimista, muchos intelectuales de medio pelo se han instalado en este fácil habitáculo. Así evitan la dura tarea de pensar en soluciones. Ya es hora de quitar crédito a esta interpretación del mundo. Ian McEwan alude a ello en su sorprendente y genial novela: "Cáscara de nuez". Viene a decir que la humanidad nunca ha sido tan rica, sana y longeva. Nunca han muerto menos personas en las guerras y los partos. También el conocimiento y la verdad científica son accesibles a todos. Concluye: "¿y qué decir de los milagros ordinarios que harían de un trabajador manual la envidia de César Augusto: la odontología sin dolor, la luz eléctrica, el contacto instantáneo con los seres queridos, con la mejor música que el mundo ha conocido, con la cocina de un montón de culturas? Estamos hartos de privilegios y placeres, así como de quejas, y los que aún no lo están pronto lo estarán".

Nos conviene tomar las riendas de nuestra vida y creer que podemos ejercer influencia sobre lo que pasa en nuestro entorno. Esta forma de pensar nos dará ventajas en la vida. Eso defiende el psiquiatra Luis Rojas Marcos en su obra "La fuerza del optimismo". Se trata de salir adelante en momentos difíciles, sean estos de salud, emocionales o laborales. En cualquier caso, el optimista utilizará más recursos y encontrará más asideros que le den seguridad. Evitará sentirse aplastado por la realidad. Tendrá buenas expectativas y por ello estará poniendo para sí y para los que le rodean, cimientos para una vida feliz.

De esto, aproximadamente, trataban las ponencias de la II Jornada sobre desarrollo rural Los Valles. Consiguieron transformar el habitual pesimismo en una invitación a pensar positivamente el futuro de nuestros pueblos. Lo hicieron desde tres miradas diferentes, perfectamente compatibles y realizables. Fue organizada por varios ayuntamientos de los valles de Benavente y se celebró en Morales del Rey hace un par de semanas. El primer enfoque contó con el alcalde de Castroverde de Campos, Cecilio Lera, y con Jesús Cuadrado, profesor de Geografía y ex diputado nacional. Defendieron que la supervivencia de los pueblos dependerá del estado de sus viviendas. Es necesario restaurar tejados, poner calefacción y otras comodidades. Sólo así será atractivo volver al pueblo el fin de semana, las vacaciones o jubilados. "Si el caserío se conserva habitable, esa localidad no desaparecerá nunca", dijo Cecilio. De ahí la importancia del Plan de Rehabilitación Integral de Castilla y León, tan fructífero para algunos ayuntamientos de la provincia de Zamora, como bien recordó Cuadrado. La disminución inevitable de la actividad agraria y ganadera hacen necesario fiar la pervivencia de la vida rural en otros factores que pueden complementarla. Donde antes vivían del campo un centenar de familias ahora apenas viven cinco. Es loable que se debatiera esta iniciativa y otras con pasión y respeto.

La segunda ponencia que miraba con originalidad nuestra realidad se titulaba: "Economía de la Cultura: Economía Naranja". Fue impartida por Miguel Villarino, artista plástico y editor, natural de Morales del Rey. Su propuesta interesó a todo el mundo, se trata de poner en valor el patrimonio cultural y artístico de nuestros pueblos. En cada uno de ellos hay seguramente edificios con interés y entornos recuperables para el disfrute de vecinos y forasteros. Puso como ejemplo varios lugares en los que estas intervenciones fueron un éxito de visitas y de generación de riqueza. Actualmente trabaja en un proyecto llamado ARS ERIA, que tendrá como sede una antigua fragua que ha sido restaurada recientemente por el ayuntamiento. La primera actividad será la exposición "Volver a casa", del propio Villarino, en la que podremos apreciar su universo pictórico. Se inaugura el próximo fin de semana. A lo largo del verano habrá más exposiciones y talleres.

Hay que apuntar en esta misma dirección, otra iniciativa en la localidad que está teniendo gran aceptación: "Rutas culturales y naturales de Morales del Rey y Vecilla de la Polvorosa". Se trata de unos recorridos por la arquitectura popular, la Sierra de Carpurias y las riberas de los ríos Eria y Órbigo, perfectamente señalizados en cinco rutas. Hay que agradecer esta iniciativa al aprecio optimista por su pueblo de la alcaldesa Elsina Fernández y al trabajo abnegado del ingeniero, también autóctono, José Alonso.

La otra mirada positiva al mundo rural la presentó José María Blanco, ganadero de la Milla de Tera, que demostró que se puede ser un ganadero de éxito produciendo huevos ecológicos. Hacen falta ideas, ilusión y trabajo. Justo lo que en esta jornada encontramos.