Llama poderosamente mi atención un grabado en la portada de la Revista "Zamora Ilustrada", de 13 de abril de 1881 en el que se ve la fachada de la Iglesia de Santa María Magdalena por el lado opuesto al que en la actualidad conocemos, es decir, la fachada por la parte de San Martín. En el comentario que la revista hace sobre este templo dice que han creído oportuno presentarlo por el lado que mira al paseo de San Martín, para que se advierta la completa armonía y la similitud de todo el edificio por uno y otro lado. Claro que las edificaciones que en la actualidad tiene adosadas impiden ver en toda su hermosura ese costado tan bello como el que mira a la calle de la Rúa, antigua Rúa de los Francos que se establecieron en Zamora a partir del siglo XI, en buena parte eran mercaderes y artesanos que vinieron invitados por Raimundo de Borgoña yerno de Alfonso VI con objeto de repoblar la ciudad.

La Iglesia de la Magdalena es una verdadera joya del románico de transición que data de mediado el siglo XII continuando su construcción en el XIII, pertenece al orden románico-bizantino que en aquella época adquirió su mayor esplendor. Su imponente ábside y ambas portadas con sus artísticas arquivoltas con finísimas labores, sus delicados rosetones y ventanales dan al edificio el más destacado aspecto entre los numerosos monumentos románicos que posee nuestra ciudad.

El templo de La Magdalena perteneció en un primer momento a la Orden de los Caballeros Templarios hasta su disolución a comienzos del siglo XIV, pasando a continuación a la Orden de San Juan de Jerusalén. En los siglos XIX y XX fue iglesia aneja a la parroquia de Santa María de la Horta. En el indicado templo tuvieron derecho de patronazgo y enterramiento don Juan Vázquez de Acuña y sus sucesores previo pago de cierto fuero que a mediados del siglo XIX pagaba aún el Conde de Altamira y Vallehermoso.

La Iglesia de Santa María Magdalena pudo haber desaparecido en el año 1837 cuando Zamora fue declarada plaza fuerte y la Corporación municipal no encontraba forma de sufragar los cuantiosos gastos que causó la fortificación de la ciudad. En una de las sesiones del Ayuntamiento hay una propuesta que dice textualmente: "Demoler el edificio de la Magdalena, vender sus maderas y demás materiales, con lo cual no se gravaría a nadie y se ampliaba el paseo de San Martín, puesto que esta parroquia no tenía feligreses ni se seguía ningún perjuicio". En el Libro de Actas del Municipio quedó constancia de tamaña propuesta. Menos mal que no fue aprobada.