Confieso que estoy atrapado por dos marbetes al escribir sobre Octavio Uña: ser un buen amigo y zamorano. Por lo demás, estoy a muchas leguas de una de las personas más lúcidas que andan por el suelo patrio y parte del extranjero. Lo hace con humildad y una rebosante humanidad propia de los verdaderos sabios, a pesar de que posee cinco licenciaturas y un premio extraordinario de Doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro también de más de una veintena de asociaciones científicas españolas y extranjeras. Participa con especial entusiasmo y generosidad en los actos culturales que se desarrollan en la Casa de Zamora en Madrid.

Y, además, Octavio es un exquisito poeta. El Grupo Sial-Pigmalión ha presentado en la Feria del Libro de Madrid su obra poética titulada "Iluminaria. Poesía reunida (1976-2017)" en un volumen de 1.129 páginas. Son muchas páginas, por supuesto, pero no sobra ninguna para saborear una producción poética de altos y luminosos vuelos. Vi a Octavio en la Feria del Libro firmando ejemplares, me acerqué, nos saludamos cordialmente y, naturalmente, adquirí esta obra, que me dedicó con mucho afecto.

Octavio Uña Juárez nació hace 71 años en Brime de Sog, un pequeño pueblo asentado en el valle de Vidriales. Rebasaba entonces los 500 habitantes; hoy no llega a 150. Se fue muy joven a los agustinos y allí bebió en los manantiales del saber escurialense y percibió el aroma de los fresnos, las encinas, el enebro, el majuelo, el endrino, la jara, la retama? Pero no le distrajeron de su pasión por degustar a los grandes escritores griegos, latinos y españoles. Entre libros y flora acumuló una sólida cultura, que ha sabido combinar con una creación poética original; por eso, como señala en el prólogo de la obra Elías Rodríguez Díez, "hay un poso de penetrante reflexión de los pensadores de todos los tiempos en el trasfondo de sus versos".

Buena parte de la poesía de Octavio está escrita al socaire de sus innumerables viajes por varios continentes para compartir saberes y sensibilidades. Ha navegado por muchos mares y los ha cantado en un poemario titulado "Crónicas del Océano". Además de sus valores poéticos, descuella en esta obra su esmerada presentación. Buen ropaje para cuerpo tan gallardo. Y es bueno que la poesía no ande casi siempre mendigando mejor papel y decente impresión. A la poesía hay que vestirla de gala, porque, a la postre, es belleza en estado puro. Magníficas las láminas de José Luis Galicia, sobrino del poeta tabarés León Felipe y primo del torero mexicano Carlos Arruza. José Luis Galicia es pintor, escultor, poeta, cineasta y muchas más cosas. Adornan sus murales catedrales como Nuestra Señora de la Almudena y sus ilustraciones enaltecen los versos oceánicos de Octavio Uña.

Castilla asoma en "Iluminaria" con galanura, porque a esta tierra que le vio nacer Octavio Uña "la ha cantado, llorado, soñado, descrito y, sobre todo amado", como muy bien subraya el prologuista. Sus versos castellanos no solo se leen con fruición, sino que se beben con deleite, como el soleado y bien cuajado vino toresano, que el propio Octavio ensalza: "Vete con Dios, amigo, y que te den en vino / el peso de tus pasos. / (Tira la piedra con el llanto al río, / que el Duero entrega al mar lágrima y pena). / Vete con Dios del vino: / tuvo dicha y color el vidrio en Toro".

Un extraordinario y oportuno volumen del itinerario poético de Octavio Uña, tan sabio como luminoso vate zamorano.