Muchos que hicimos la Primera Comunión hace años no podemos olvidar ese día señalado y escrito en la estampa-recordatorio como "el más feliz de mi vida". Aunque la expresión no deja de ser tópica, tampoco era incierta, al menos en mi caso, por el solo hecho de ir vestido como un príncipe ante la admiración de todo el vasallaje familiar. Fue un día bonito en toda regla, como no podía ser menos. Es lógico que, con ocho añitos, uno no podía hacerse cargo plenamente de la importante experiencia de la que éramos protagonistas. Me queda el recuerdo de una solemne ceremonia para la que me vistieron como si Dios nos recibiera en audiencia, lo cual tampoco era incierto.

La fiesta del Corpus tiene mucho calado teológico y enlaza con el Jueves Santo y la Ascensión, como bien sabemos. Lo que yo no sabía cuando comulgaba por primera vez era que existió Mozart y Cesar Frank y Lorca, artistas que crearon piezas eucarísticas que pueden darte, como pocas, minutos inolvidables de felicidad estética. También he de reconocer que por entonces sólo había escuchado el "Pange lingua"" pieza que, en versión musical moderna , cantó mucho después con gran éxito Mocedades haciéndonos recordar, a los adolescentes que éramos entonces, vivencias muy intensas de la infancia, sin banquete desmesurado ni derroche de regalos.

La pieza que da título al artículo: "Pan de los ángeles" es la composición breve más conocida de Cesar Frank, músico inspiradísimo y organista virtuoso. Es pieza para lucirse en el repertorio coral y si la interpreta una escolanía podemos dejarnos llevar de la voz celestial de los niños sin temor a caernos del cielo. Es el prodigio del canto sublime que nos transporta y eleva. Parecidos efectos logra en nuestro espíritu el "Ave Verum Corpus", de Mozart. Viene a cuento recordar la gestación musical de dicha canción eucarística que también se repite en los conciertos vocales que se precian de buen gusto. Constanza, la esposa del músico, se encontraba embarazada, por lo que el matrimonio se fue a la ciudad termal de Baden para procurar días apacibles a la futura mamá. La casualidad o la predestinación artística hizo que allí recibiera Mozart el encargo de la composición musical de dicho motete, otro himno angelical. Me gusta pensar en esa doble gestación de hermoso paralelismo: la del hijo del músico y la del himno al Hijo de Dios, presente en la Eucaristía.

El triángulo místico se cierra en esta página con la "Oda al Santísimo Sacramento del Altar"" de García Lorca, dedicada curiosamente, a Manuel de Falla, gran creyente y grandísimo compositor de talla mundial. Transcribimos un fragmento a modo de coda literario-musical:

¡Oh, Forma sacratísima, vértice de las flores

donde todos los ángulos toman sus luces fijas,

donde número y boca constituyen un presente

cuerpo de luz humana con músculos de harina!

En "Panis Angelicus" va mi nombre y mi alimento. Y mi biografía encriptada. No es fácil clonar "el día más feliz de tu vida". Pero hay herramientas y programas gratuitos: música, oración, literatura...