La deriva, por no hablar de la degeneración, de Pep Guardiola es ya irreversible. Ha pasado de ser, en otro tiempo, un buen entrenador de fútbol, de los mejores, a un demagogo independentista, capaz de llegar a la infamia para sostener sus postulados secesionistas. Ha sido vergonzoso el discurso del que un día fuera también jugador de la selección española de fútbol. Discurso que quedará como ejemplo de infamia política y de insulto a España y al resto de ciudadanos españoles. Pocos ascos hacia a España cuando jugaba en la selección absoluta y cobraba sus buenos cuartos españoles por darle unas pataditas, más o menos acertadas, al balón. España para pagar, Cataluña para insultar.

En el acto de apoyo al referéndum independentista y absolutamente ilegal anunciado por Puigdemont para el 1 de octubre y que se plantea esta gente como solución a sus problemas irresolubles, Guardiola vertió acusaciones que no se sostienen. Decir que el excesivamente tolerante Gobierno de España ha puesto en marcha "una persecución política impropia de una democracia en la Europa del siglo XXI" es mentir descaradamente, como vienen haciendo los independentistas de forma "impropia" en la Cataluña del siglo XXI. En un corto discurso que leyó en catalán, español e inglés, no pudo decir más barbaridades porque no le cabían en el papel. Por cierto, tengo serias dudas de que el texto fuera suyo. Encima, Guardiola es un monigote en manos del independentismo del que el entrenador es un fervoroso militante. Lo utilizan para tratar de dar credibilidad a lo increíble.

Suena a manido que el independentismo catalán reclame ayuda "internacional". Les han dado con la puerta en las narices en cuantos países han visitado y a cuantas instituciones han apelado y utilizan a un catalán relativamente conocido para intentarlo de nuevo. Lo que no se le puede pasar a este "pentenene" es que acuse a España de "Estado autoritario". El entrenador del Manchester City, preso de esa euforia que acredita a los secesionistas catalanes embarcados en una aventura imposible, tuvo la desfachatez, como ya digo, de llamar a España "Estado autoritario" cuando en su día, actuando de embajador de Qatar para la candidatura del Mundial 2022 aseguró que era un país "abierto" y el "más occidental" del mundo islámico. Por eso se ha echado en brazos de Irán, por eso es cobijo de los asesinos del Daesh, por eso le han dado de lado sus vecinos del Golfo Pérsico, por eso, por ser abierto y occidental, lo han dejado solitariamente solo.

Este tío es capaz de cualquier cosa. La agresividad de sus palabras, la desmesura y el recurso a la descalificación, ante la cúpula de la Generalitat y los miles de personas que asistían al acto, ponen de manifiesto el ánimo de ruptura unilateral del gobierno catalán y su nula intención de aceptar las ofertas de diálogo. La utilización de personas conocidas internacionalmente para dar eco a las propuestas de la Generalitat dejan bien claro que el independentismo, a pesar de las apariencias, pierde fuelle al igual que pierde apoyo en la calle. Los catalanes no son tontos y saben que esta gente les lleva a un callejón sin salida. Espero y deseo que tanta infamia vertida por Guardiola se vuelva contra el ex del Barça. España es un país reconocido y valorado en todas las instituciones internacionales, mientras Cataluña no ha pasado del quicio de sus puertas. Espero que el tiempo ponga en su sitio a Pep y al independentismo, incapaces ambos de respetar a España y a los españoles, mientras defienden sus propios intereses, los suyos personales, no los de la sociedad catalana a la que están perjudicando.