La polémica suscitada por el cartel de la Feria del Libro de Zamora (del 2017), que involucra a mis compas del Ayuntamiento (y entre ellos y en el ojo del huracán, a María Eugenia Cabezas, como concejala de Cultura, a quien admiro en mil sentidos) me da pie para intervenir en un asunto al que le tenía ganas pero con el que no me atrevía.

Lo que sigue no va contra nadie y busca poner en la mesa, y en la mente, y en las alas, más elementos de juicio.

Para empezar, tal vez conviene aclarar que, cosa no muy conocida, el feminismo no es homogéneo, existiendo dentro de él, al menos, tres grandes corrientes: Que repasadas explican por qué algunas feministas pueden ver las mismas cosas de manera diferente.

Uno de los sectores entiende que la represión del hombre sobre las mujeres tiene como finalidad principal privar a estas de los placeres sexuales. Por tanto, la liberación consistirá en lograr una libertad absoluta en temas de sexo tanto para machos como para hembras. Consideran que ambos sexos son exactamente iguales.

Otra corriente sustenta la idea de que el dominio del macho tiene como meta la explotación sexual de la mujer, con lo que todo lo que apunte cualquier hombre, en el sentido de mayor libertinaje, es un truco para hacerles caer a ellas en la trampa de la promiscuidad y por tanto de la mayor degradación. Defienden las relaciones sexuales entre mujeres porque son más puras, en cuanto que van acompañadas de sentimientos y están menos contaminadas. Para ellas los dos sexos son diferentes de raíz.

El último grupo ve en la violencia masculina y la desproporcionada distribución de tareas en el hogar, los inconvenientes fundamentales para la igualdad; que cuando llegue, mediante la transmisión de valores, proporcionará felicidad y armonía dentro de las estructuras actuales de la sociedad: matrimonio, familia y conciliación de la vida familiar y laboral.

Considero que en España el feminismo que predomina es el segundo junto con el tercero, cosa lógica porque es producto de un parto en que la madre (la sociedad) es muy, muy, conservadora, y por tanto machista.

Toda su denuncia se centra (y no pasa de ahí) en defender que la mujer no sea tratada como "mujer objeto", pero confundiendo lo que motiva esa definición.

Una tía buena con poca ropa, no es una mujer objeto, por más que la literatura (menos mal que estamos con el día del libro) hable de ella como "oscuro objeto de deseo".

La mujer es convertida en mujer objeto en el momento histórico en que se pudo comprar (con dinero u otro trueque) para contraer matrimonio. Cosa que aún hacen en ciertas regiones del globo.

Según lo dicho y en esa línea, todo lo que tiene que ver con el sexo está mal visto; sin caer esas feministas en la cuenta de que es la ideología machista la que instituyó que el sexo es malo, el adulterio un delito y la fidelidad una prueba de amor.

Todos esos valores son mandamientos del macho, para atar y sojuzgar a las (a sus) mujeres.

Y en esa línea, todo el mundo acepta que el sexo es algo sucio (cuando yo que no se cocinar me llevo las manos a la cabeza viendo como cocinan en televisión, hasta niños, manchándose sin límite).

Ah, ¿que el decir que el sexo es sucio no va en ese sentido? Pues claro.

Va en un sentido moral. Sexo, sucio. Desnudo de mujer, pecado y abuso. Desnudo de hombre, asquerosidad sin límite.

Y esa moral la inventó el machismo. ¿Por qué Dios quiso que su madre fuera virgen? Porque la virginidad define, en la cultura machista, a la mujer perfecta (madre y pura).

Este tipo de feministas, por lo demás necesarias, es el que si ve un desnudo (de mujer) pone el grito en el cielo. De hecho, está combatiendo que las azafatas que entregan premios en los torneos desparezcan, así como por supuesto la prostitución (porque en la medida que tiene que ver con el sexo, nada hay más denigrante).

De hecho han puesto en boga el término "micro machismo" que como dardo paralizante puede arruinar hasta una reunión desenfada de amigos y amigas.

Cuando: Que en una sociedad culturalmente machista se descubran micromachismos en los machos es tan inevitable como ver gotas de agua en un pez que vive en el mar (algo de cajón).

El problema ahora no está solo en la dialéctica (soterrada) de machistas contra feministas, sino en que siendo el nuevo Dios el Dinero; muchas mujeres por necesidad o placer (si placer) quieren ganarse la vida con lo que ciertas feministas quieren abolir.

Pero tengamos la fiesta (del libro) en paz, y que los de la Feria (del Libro) nos saquen en el 2018 un cartel con un tío desnudo, bien dotado (metidos en gastos mejor), de frente, de rodillas y con un libro en cada mano, y todos compensados.

Aunque seguro que algún machista dirá: que ordinariez, pero es que señores, eso es la cultura, arte para el disfrute y el debate.