Me cuesta decir que la política internacional, polarizada en lo más alto (allí donde si algo va mal se toca el cielo o el infierno) por Trump y Kim Jong-Un, se parece cada día más a la lucha libre por esa mezcla de verdad y teatro. Si me cuesta es porque de crío conocí la lucha libre de otro tiempo (hace más de sesenta), y vi pelear a Saludes, Tarrés, Ochando, Castilla y Chausson, aunque mi idolo era Peltop Cabeza de Hierro, que casi llega a Campeón de España y sería luego poeta, catedrático de la mar y excelso activista cívico. Se hacía ya entonces mucho teatro sobre la lona, sin duda, pero había un prurito por fingir verdad en el modo de hacerlo, y quedaba uno, y más siendo niño, oscilando entre creer y no creer. Lo de ahora, el gran juego de lucha que se traen Trump y Kim, tiene de verdad sólo las cabezas nucleares (aunque sea una verdad terrible que puede acabar dejándonos K.O.