El 41% de la superficie cultivada de cereal en la provincia de Zamora no se podrá cosechar. Los datos no son de las organizaciones agrarias, son de la Junta de Castilla y León y fueron facilitados a los periodistas el pasado jueves. La sequía que afecta a la provincia desde el otoño pasado (en abril, un mes clave para el campo, llovió solo el 10% de la media de ese periodo de tiempo de los últimos setenta años) es evidente en los sembrados, pero también en ríos, embalses, que están a poco más de un 40% de su capacidad, y acuíferos subterráneos.

La sequía no ha hecho efecto por igual en todas las comarcas. La más afectada es la zona del Bajo Duero, con pérdidas de más del 53% de la cosecha de cultivos herbáceos, seguida de Tierra de Campos y Pan, con un 34%. En Benavente-Los Valles se ha evaporado ya el 26% de la producción y el 24% en Aliste y Sayago. Los rendimientos medios, a fecha actual, serían un 58% más bajos que la media en los cultivos cerealistas, un 35% en maíz y la disminución en colza llegaría al 50%.

La Alianza COAG-UPA ha cifrado las pérdidas del sector cerealista en más de 60 millones. Y advierte que las consecuencias también las va a notar la ganadería porque los forrajes apenas se han desarrollado y no se pueden segar. Adelanta que en esta actividad los problemas serios llegarán a partir de septiembre porque al haber escasez de paja, los precios se van a disparar, lo que obligará a cerrar explotaciones.

Los efectos de la falta de precipitaciones de lluvia y nieve empiezan a ser evidentes también en los regadíos y los directivos de las mancomunidades de regantes recomiendan que se siembren cultivos que necesitan menos agua para su desarrollo vegetativo porque la escasez de agua embalsada hace prever una campaña complicada y más corta de lo habitual.

La situación es muy preocupante y el abatimiento se ha instalado entre agricultores y ganaderos que, cansados de mirar al cielo, empiezan a fijarse en la Junta y el Gobierno. Las dos administraciones competentes han escuchado a los damnificados y se han manifestado dispuestas a ayudar, pero sin aprobar medidas concretas. La consejera de Agricultura, Milagros Marcos, ya ha dejado muy claro que nunca ha habido ayudas directas por la sequía y que la intención de las administraciones es "facilitar que los perjudicados tengan suficiente liquidez".

Marcos ha destacado la importancia de los seguros para garantizar el futuro de las explotaciones. Zamora es una de las provincias de Castilla y León con menor porcentaje de cosecha asegurada contra la sequía. No supera el 25% cuando la media regional es más del doble. No ha calado esta cobertura y en campañas como la actual es mucho más evidente este déficit. Agroseguro, las organizaciones agrarias y las propias administraciones tienen en este sentido una importante labor de pedagogía por hacer.

Pero ahora lo que importa es resolver el problema actual, el de las consecuencias de la sequía. No está el campo zamorano para perder un año de cosecha, arrastrando con ello a toda la economía provincial, porque en Zamora, cuando agricultores y ganaderos padecen un mal año, todos los demás sectores productivos lo sufren también.

Junta de Castilla y León y Gobierno de la nación, si no pueden conceder ayudas directas porque esta medida no está avalada por la legislación actual, si que pueden adoptar medidas fiscales, condonar pagos, conceder préstamos blandos que permitan mantener abiertas las explotaciones. Una medida muy efectiva sería también permitir el uso del agua de los pozos en varias parcelas y no solo en las que están excavados, a la vez que no cerrar la utilización de manantiales en algunas zonas.

No hay provincia en España que tanto dependa del sector agrario como Zamora. No se puede dejar caer la actividad en un momento clave, cuando se está produciendo el imprescindible relevo generacional. Si las explotaciones se descapitalizan, el proceso se parará y también el futuro. Si el campo se debilita aún más se llevará con él todo el ámbito rural, que ya está muy tocado, víctima de una despoblación galopante.

Los problemas de sequía se repiten tanto en Zamora que deberían servir para reflexionar sobre el poco potencial de los regadíos en una provincia asentada en la cuenca baja del Duero con mucha agua embalsada que se destina, principalmente, a la producción y generación de energía eléctrica. Hay planes de regadío, como el de la margen izquierda del Tera, pendientes desde hace más de tres décadas, cuando se hicieron los primeros estudios. El agua es riqueza y los zamoranos nunca la han aprovechado adecuadamente.

El sector agropecuario provincial necesita ayuda y las administraciones tienen que prestársela, porque de él depende buena parte de la economía provincial. También las entidades crediticias, en la línea de lo que ya ha hecho Caja Rural de Zamora, tienen que ser conscientes de la situación y poner en marcha programas de apoyo al sector primario. Hacer llover de forma artificial no es posible, pero sí lo es amparar a quien se encuentra en una situación de extrema necesidad.