Dice el refranero popular, tan sabio, como tan fundamentado en el comportamiento humano a lo largo de la historia, que "de bien nacidos, es ser agradecido"; es decir, que a aquellos que han trabajado mucho y bien, y a lo mejor no tanto en cantidad y calidad como hubiesen querido por su sentido de la responsabilidad y preparación profesional y académica; por la falta de interés de los discentes, por la falta de valoración de éstos y de los infinitos órganos colegiados del Alma Mater, por la falta de motivación, por la falta de dirección, por la falta de supervisión, por la falta de laboriosidad de unos y de otros, por la falta de sinceridad, por el pasotismo, etc.; merecen; con independencia de cualesquiera otros pareceres, impresiones, cotilleos, e "injustificaciones de pata de banco", etc., impropios de cualesquiera persona mínimamente decente, y que se aprecie a sí misma; el reconocimiento por la contribución que hicieron a la formación de los futuros profesionales universitarios, escasa por, entre otros motivos, por falta de interés por saber de éstos, únicamente preocupados y "ocupados" en "aprobar" como sea, eso sí, con el mínimo esfuerzo posible, y si es posible "gamberreando", "difamando", "calumniando", "molestando", a quiénes tienen la paciencia de procurarles unos saberes para que el día de mañana sean mínimamente profesionales, no causando daño a la sociedad por su ignorancia supina; a veces con la compensación de unas retribuciones que no llegan al IPREM; etc etc etc. Además, con la "mirada en otro lado", cuando no la simpatía a estos deleznables comportamientos, o el "pasar", de los cargos académicos y profesores coordinadores que tienen la obligación de evitar comportamientos incívicos en las aulas universitarias, como procurar el cumplimiento de la obligación de la asistencia del alumnado que se matricula, que tanto le cuesta al ciudadano financiarle los estudios universitarios, con el pago de tanto tributo como hay en el sistema fiscal español.

Por todo ello, bien merecen un reconocimiento, por sus más próximos, nominalmente al menos, compañeros, por el trabajo, el esfuerzo, la incomprensión, la buena voluntad, etc etc etc, demostrada a lo largo de los años; además si no ha habido ninguna observación en cuanto al recto proceder en el cumplimiento del contrato celebrado; pues de no hacerlo así, la más absoluta desconsideración profesional, personal, etc., que además conlleva la perdida de amistad, si la hubiere, y, en todo caso del saludo; implicaría esta falta de señorío de quiénes así proceden.

Un excelente ejemplo de como sí se deben reconocer la vida profesional, el acto celebrado en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, el pasado 28 de enero, con ocasión de la festividad de Santo Tomás de Aquino, donde el Excmo. y Mgno. Sr Rector entregó un documento acreditativo del buen hacer de los profesores que dejaban las aulas. Esto sí es señorío, por parte de todo el personal que contribuyó, con su propuesta y gestiones subsiguientes, a que fuera posible.

Marcelino Corcho Bragado