La impresión que ofrece Rajoy, través de lo que hace y lo que dice, es que cada día vive más ajeno a la realidad que le circunda y aferrado más al mundo que le pintan y colorean quienes están a su alrededor pero sobre todo a su propio mundo, el que se crea para si mismo, impertérrito, adaptándose al entorno y a las circunstancias como un camaleón, con lo que tan bien le ha ido en política pero que tan absurda como cínicamente trata de imponer al resto de los españoles.

Después de asegurar a las nuevas generaciones de su partido que en el PP nadie nunca se porta mal nunca, ante el carcajeo incontinente del respetable, ha aprovechado un breve encuentro con los periodistas durante su viaje por varios países hispanoamericanos para soltar unos cuantos dislates semejantes sobre la situación y sobre la corrupción. Si su credibilidad desde que accedió a la presidencia del Gobierno e incumplió una por una sus promesas electorales no estuviese ya por los suelos, con tales declaraciones habría rematado la faena.

Pues dice que el que la hace la paga. Claro, que se lo pregunten a todos los imputados y encarcelados de su partido y alrededores. A ver cuantos de ellos han devuelto o van a devolver las enormes cantidades robadas de una u otra forma a las administraciones públicas. Al fin, un Pujol ha pasado a estar entre rejas tras cinco años de investigación, pero el clan sigue ahí. Lo de las cuentas suizas o en otros paraísos fiscales, de Ignacio González se sabían o se sospechaban. Como las de Rato, y Bárcenas, y Matas y Granados y otros no descubiertos aun y que puede que nunca se descubran.

No, aquí no paga nadie o casi nadie, aunque siempre tiene que haber algún pringado, algún fácil chivo expiatorio. En el peor de los casos, un tiempo a la sombra, cómodamente, y luego a vivir con los millones a buen recaudo. Aunque las antiguas amistades del partido, esas que mandan mensajes de animo, esas que interceden desde la sombra por parar el golpe, esas que presionan a los funcionarios de la justicia si es preciso, hayan renegado de tu compañía y de tu nombre y si te han visto no se acuerdan.Y por supuesto, Rajoy no va a cesar a los dos ministros, Catalá, tan discutido, y el de Interior, Zoido, que tuvieron algún contacto con el expresidente de Madrid. Hasta ahí se podía llegar.

Según el mundo visto por Rajoy a la gente no le preocupa la corrupción, sino la economía, se supone que quiere decir la propia, la de cada cual. No se ha enterado este hombre, al parecer del último informe de su CIS, que tras el paro pone en segundo lugar de las inquietudes de los españoles a la corrupción, por encima ya de la economía. La corrupción desmoraliza y arruina a la sociedad, se convierte en una montaña de fango hediondo, una montaña que puede acabar sepultando políticamente al presidente del PP y del Gobierno, por mucha seguridad que intente aparentar todavía.

En fin, que pasa de todo, que la corrupción, dice, no afecta a la estabilidad del país, y que se remite en cualquier caso a la actuación de los tribunales.