Con un extraordinario optimismo se ha presentado "Zamora 10", la nueva iniciativa impulsada por Caja Rural y la flor y nata de los empresarios de la provincia, un decálogo de medidas para incentivar el desarrollo económico y social de una tierra que necesita con toda urgencia poner freno a los grandes problemas que la atenazan desde hace tantas décadas: la sangría demográfica, el fantasma del envejecimiento, las bajas tasas de empleo, la crisis de la agricultura y del mundo rural, los exiguos resultados de los recursos turísticos, patrimoniales, paisajísticos y gastronómicos, etc. Pues bien, según parece, "Zamora 10" trata de ser un punto de inflexión en el modo como se ha enfocado el proceso de gestación de un amplio y ambicioso programa de medidas que, si nada ni nadie lo impide, pueden suponer un antes y un después en estas tierras. Ojalá que las altas expectativas con que nace la nueva criatura se conviertan en hechos consumados y que, por fin, podamos dar saltos de alegría en esta provincia. Porque, como dirían otros, nos lo merecemos.

Los antecedentes, sin embargo, son poco propicios para el optimismo. En 2002, cuando publiqué el libro "Voces desde el Oeste. Una radiografía provocadora de Zamora y sus gentes", vivíamos tiempos similares a los actuales y por aquellas fechas también eran habituales las reivindicaciones de todo tipo y el lanzamiento de iniciativas y proyectos de desarrollo que desgraciadamente no terminaban de fraguar, quedando, como en épocas pretéritas, en el baúl de los recuerdos. Hasta 250 proyectos, aireados a los cuatro vientos y sin desarrollarse contabilicé hasta ese momento. Los responsables de su formulación eran muy diversos y tenían nombres y apellidos: administraciones, organizaciones empresariales, fundaciones, sindicatos, organizaciones no gubernamentales y empresarios a título particular. En ese listado no aparecían las promesas electorales de los partidos políticos que, con la facilidad que todos conocemos, lanzan a los cuatro vientos en las campañas electorales. Porque de haberse sumado esas propuestas, la colección hubiera sido casi infinita.

Nos encontramos en 2017 y deseo que la iniciativa "Zamora 10" no se convierta en una nueva más de las cientos de frustraciones colectivas que hemos sufrido en esta provincia desde hace décadas. En esta ocasión soy relativamente optimista porque la lección supuestamente se ha aprendido: centrarse en pocos proyectos, pero que estén bien diseñados y coordinados, puede tener un impacto impresionante sobre el tejido productivo, el empleo, la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Porque no se trata de construir castillos en el aire, como en otras ocasiones, sino de ser capaces de crear espacios de colaboración y de fomentar sinergias colectivas entre los distintos actores sociales de la provincia para impulsar proyectos que sean innovadores, imaginativos y atractivos, utilizando lo que tenemos a mano, esto es, los recursos de una tierra que en nada tiene que envidiar a otras en materia de agroalimentación, recursos naturales y paisajísticos o patrimonio cultural. Por tanto, ojalá triunfe "Zamora 10". Su suerte será la de todos los zamoranos.