Cada ayuntamiento tiene su edificio sentenciado. Desde aquellos aciagos días en que el progreso sentó sus reales en la ciudad al rebufo de los planes urbanísticos que se veían por otras latitudes. Empezaron las puertas de la muralla, las torres del puente, los palacios neoclásicos y barrocos, las josas y los hotelitos?Luego cuando esos edificios se tiraron surgieron los que la "burguesía hogareña" (Mateos dixit) construía para perpetuar su memoria. Pero esos también se tiraron para, en su lugar, especular y construir cientos de viviendas como colmenas. No todos, la verdad sea dicha, pero sí emblemáticos y de todos los estilos: desde el modernista al ecléctico, desde el racionalista hasta la arquitectura industrial y del hierro. Y todos los desaparecidos por no tener nadie que les firmara su indulto en los sucesivos Planes Generales o de Urbanismo.

Y llegamos a 2017 y vemos que este Ayuntamiento también tiene su edificio sentenciado -o casi-. Es La Panera Social, y no tiene una catalogación que echarse a sus muros. Todos los partidos cuando están en la oposición piden y quieren que se les oiga y hacen su catálogo de edificios a conservar. Pero cuando de oposición se erigen en poder los edificios no catalogados pasan a un nuevo reconocimiento: el llamado "daños a terceros", como si el daño no lo sufriéramos también los zamoranos con sensibilidad y que nos daña la muerte de ese edificio por sentencia firme.

Para qué nos valen los libros editados sobre arquitectura y urbanismo en los que, una y otra vez, hablan de este y de otros edificios catalogados o no: "Arquitectura y Urbanismo en Zamora (1850- 1950)" de Álvaro Ávila, "La Arquitectura y los arquitectos del ensanche de Zamora" de José Luis Gago Vaquero", "La arquitectura de ladrillo y su construcción en la ciudad (1888-1931)" de María Ascensión Rodríguez Esteban y otros tantos artículos en Anuarios, prensa y revistas especializadas (Llámpara, Patrimonio Industrial) de Rafael Ángel García Lozano. También IU en sendos periódicos "Tu Ciudad y Provincia" de octubre de 2007, febrero de 2009 y febrero de 2011 hacían hincapié en la necesaria protección de este y de otros edificios. Pero como dije anteriormente, al edificio en cuestión ha pasado de ser necesaria su protección a "no-nos-va-a-dar-tiempo-a-protegerlo", como ha dicho recientemente el concejal de Urbanismo en una emisora local.

Es este tema de una incongruencia absoluta por parte de muchos, no solo por parte de IU, ya que estos casos puntuales vienen alargándose en el tiempo sin que otras corporaciones hayan hecho nada. Es curioso, por otro lado, cómo se obliga a mantener una fachada burda y sin ningún interés como la aledaña al patio del colegio de la Medalla Milagrosa o la fachada del nuevo supermercado en construcción en la avenida de Portugal, sin ningún elemento estético reseñable salvo dos balcones de hierro forjado, y mientras tanto se permite el derribo de la fábrica de harina (o como ocurrió hace dos años la capilla del Hospital Provincial).

¿Para qué estar dentro de la "Ruta Europea del modernismo" si a la primera de cambio se sentencia a muerte a edificios emblemáticos que, aún no siendo modernistas, pertenecen a un tipo de construcción industrial que se incorporan alalista de edificios de la época conservados (Cuartel Viriato, casa Bobo, casa Esteban Laguna o el Matadero)?

El alcalde podría negociar con la promotora dueña del edificio y el solar la posibilidad de mantener la fachada a cambio de ampliar la edificabilidad sin coste para el Ayuntamiento. Es una opción factible y que no es la primera vez que se utiliza.

Por otro lado un arquitecto o un promotor con categoría o simplemente con sentido y sensibilidad podría incorporar la fachada a su proyecto con un sobrecoste mínimo y que beneficiaría al edificio y por ende a la ciudad. A no ser que esté empezando a hincharse otra burbuja inmobiliaria. Pero esa es otra historia que escribiría un Banco Malo.