Son muchos los viejos y nuevos empresarios deseosos de invertir en Zamora, a los que la burocracia municipal se lo impide. No hay ciudad en España con más trabas que Zamora para poder abrir un negocio. Crear una empresa en cualquier región española sigue siendo más lento y complejo que la media de la Unión Europea, lastrado por los impedimentos y la burocracia imperante. El Ayuntamiento de Zamora se lleva la palma. En la anterior legislatura, la titular habló, sin saber lo que decía, evidentemente, de una presunta "licencia exprés" de la que ningún empresario se ha beneficiado debido a su inexistencia.

No sé si es verdad que, políticamente hablando, tenemos lo que nos merecemos. El voto es libre y sólo los pactos y las componendas desvirtúan o tuercen lo que la urna da y quita. Lo que los zamoranos no nos merecemos es un Ayuntamiento ineficaz, un Ayuntamiento incapaz de servir al ciudadano. Un Ayuntamiento que, lejos de facilitar las cosas, las retuerce y complica de malas maneras. Los políticos echan la culpa a los técnicos y a los técnicos se la refanfinfla pero bien refanfinflada lo que de ellos se diga. De esa forma, entre todos la mataron y ella sola se murió.

Se muere la ilusión y se mueren las ganas por hacer e invertir, porque no hay esperanza para los que quieren abrir un negocio en Zamora. Gente emprendedora que acaba hasta el moño porque en nuestra ciudad, abrir una empresa, lleva el doble de trámites y tiempo que la media de alguna que otra provincia limítrofe. Nada le digo en otras comunidades. Y eso que se han llevado a cabo reformas, pero ni lo suficientemente importantes ni con el calado necesario que permita un atisbo de esperanza para el que quiere emprender y no puede porque no le dejan, porque le ponen trabas que parecen zancadillas insalvables. Las demoras en las licencias de apertura no las paga el Ayuntamiento, las sufraga el emprendedor que, cuántas veces, no puede luchar contra el tiempo porque los recursos destinados al negocio van mermando.

Algo tiene que hacer el Ayuntamiento. Son muchos los negocios que se cierran y pocos los que se abren. Hay que buscar la razón en lo que cuento, en la tremenda burocracia, en las trabas que se ponen, en la falta de voluntad. Me dijo personalmente el señor Guarido que esa es una espinita que tiene clavada y que le duele, pues bien, que haga algo, lo que sea, para evitar que esta situación se prolongue. Algún instrumento tendrá para evitar o acabar con lo que ahora sucede.

En Zamora no podemos presumir de ocupar puestos destacados en lo que a simplicidad y agilidad se refiere para crear empresas.

A la desesperación y el enfado de infinidad de emprendedores le remito. Abrir una tienda genera empleo, aporta vitalidad, luz y alegría a la ciudad pero eso parecen no verlo los que gobiernan y quienes les asesoran. Las trabas residen en la administración pública y en quienes la gobiernan y a ellos corresponde allanar el camino. Hay que acabar con semejante desquicio burocrático para que aquellos que decidan poner en marcha un negocio no tengan que desafiar tantas dificultades que sólo consiguen que mucho emprendimiento se quede, lamentablemente, en el camino.