La ha armado Cristina Cifuentes, la rubia presidenta de la comunidad de Madrid, al declarar en una entrevista, medio en broma medio en serio, que a las reuniones con hombres hay que ir con tacón y hacerse la rubia, se supone que para sacar mayor provecho a la cuestión. Pero las feministas y los de Podemos y PSOE le han saltado rápido a la yugular acusándola de machismo, algo que rebate con humor -dice que tiene amigas feministas que se arreglan- y con hechos, pues efectivamente siempre ha dado muestras claras de liberalismo y estar al día. España, ya se sabe: un país pendular y extremista en el que es posible contemplar, para conseguir votos, a partidos de izquierda haciendo políticas casi de derecha o partidos de derecha haciendo política casi de izquierdas, según el viento sople a favor de sus intereses, generalmente más personales que ideológicos. No hay evidencias claras de que existan personas muy inteligentes que vivan de la política pero sí hay políticos listos, aunque a veces se pasen.

El caso es que por unas u otras cosas Cifuentes no deja de estar en candelero, desde su accidente motociclista a poder escuchar su nombre repetidamente como alternativa a Rajoy, una posible opción a candidata del PP a la presidencia del Gobierno que siempre se contempló no obstante con escepticismo en la cúpula popular, donde no gustaba mucho ni su sentido crítico ni su pretendido liberalismo. De cualquier modo y manera la autonomía madrileña será un eficaz banco de prueba acerca de sus capacidades. Que parece que no está superando por ahora, pues en alguna ocasión ya ha puesto en difícil tesitura a su partido, algunos de cuyos dirigentes y de cuyos votantes no ven con buenos ojos las posturas adoptadas, lejanas al perfil más conservador del PP. Entre otras cosas, se distinguió por prohibir en un excesivo acto de censura, el autobús de Hazte Oír, ese que venía a recordar que los niños tienen pene y las niñas vulva. Luego, consiguió aprobar una ley regional de apoyo y defensa a gays, lesbianas y transexuales. Y lo último: la investigación a un colegio religioso por ofertar talleres de ganchillo a las niñas y visitas al Estadio Bernabéu a los niños, y la posibilidad de una ley que ofrecería como opción dentro de la enseñanza una asignatura alternativa referente a los derechos de esos minoritarios colectivos LGTB y el respeto que se les debe, justo el mismo que ellos deben a los demás.

Debería enterarse la rubia presidenta de Madrid de que en Zamora hay cada año un encuentro nacional de encajeras, de que esta clase de labores no se han extinguido, de que hay gran cantidad de actividades semejantes en Internet. Los talleres no son obligatorios, como no lo son otras actividades extraescolares que se suelen hacer en todas las partes. Y en cuanto a llevar a los niños al Bernabéu, nada puede hacerles mayor ilusión. En ese colegio, chicas y chicos tienen clases separadas. Pero así fue durante generaciones en centros religiosos y privados y aquí estamos, ellas y nosotros, ya mayores, sin el menor trauma, recordando los momentos ilusionados del encuentro a la salida de las aulas. En fin, que cada vez se riza más el rizo, con la bendición de algunos políticos dispuestos a hacer carrera.