En los últimos meses han salido a la palestra una serie de hechos que provocan perplejidad en la mayoría y escándalo entre los "rancios", y son una forma de exaltar la libertad entre los "ultra-supra-super-democráticos". Hechos como que una "drag queen" de Las Palmas de Gran Canaria se disfrace de Virgen María o de crucificado, o que un concejal "se vista de cura" para oficiar una boda civil. Hasta aquí podría ser el encabezamiento de cualquier noticia de muchos de nuestros telediarios, o el comienzo de una noticia en nuestros periódicos. Sentido común.

Estos hechos demuestran no solo una perversión de la palabra libertad en su raíz más profunda, sino incluso una democracia aún no madurada o que ha intentado madurar tan pronto que ya se ha empezado a pudrir.

Los hechos, al igual que las palabras o las imágenes, están cargadas de un significado que va más allá de lo que visualmente aparece. Que se lo digan a los zamoranos cuando ven un trozo de madera que llaman Cristo de las Injurias o Nuestra Madre, o a un sevillano cuando ve a la Virgen de la Macarena, o a un viudo cuando ve una foto de su mujer, o a cualquiera cuando ve una foto con su familia cuando era pequeño. Estas imágenes o fotos para alguien ajeno pueden no significar nada, pero para uno esas imágenes, esas fotos significan mucho. Por eso nadie en su sano juicio, haciendo uso de su libertad, quema la foto de una mujer delante de su viudo, ni la caricaturiza. Sentido común.

Salen al ágora pública hechos como alguien que en una noche de mal insomnio decide basar todo su discurso en defender la no diferencia entre una ciudad laica y una ciudad aconfesional, entre un estado laico y un estado aconfesional. A pesar de defender la no diferencia, quiere cambiar la palabra. ¿Por qué? Porque somos libres, somos "super-democráticos". Sentido común.

Estos hechos van saltando a la palestra venidos de todas las latitudes del vasto mundo del pensamiento: los que rigen más con el hemisferio derecho, los que rigen más con el hemisferio izquierdo o los que rigen según el día. Sentido común.

No nos dejemos robar el sentido más profundo de nuestros hechos, nuestras acciones, nuestras palabras. No nos dejemos robar el sentido común que reinaba, o por lo menos lo intentaba, en los primeros pasos de la democracia, antes de que empezara a oler a pútrido.