Se cargaron dos de las festividades, pero no lograron cargarse ni el refrán, ni la realidad solar que lo acompaña. "Tres jueves hay que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión". Los dos últimos trasladados al domingo siguiente. El único superviviente, por lo menos ayer, en toda España, hizo honor a su fama, relució gracias a que el astro rey se volcó desde bien temprano con la festividad. En Zamora, se asomó al Duero, desde el puente de piedra, al paso de la Virgen de la Esperanza. Nos deparó un día extraordinario. Y eso también anima. Y eso también invita a salir y participar de ese algo especial que tiene Zamora a lo largo y ancho de la Semana de Pasión, de esta semana de 10 días. Y digo 10, porque en Zamora, la Semana Santa, como la conocemos, queremos, respetamos y vivimos los zamoranos, va del Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección.

No sé qué pasará el resto de Semana Santa con la meteorología. Se vienen anunciando cambios. Pero que nos quiten, si no lo "bailao" propiamente dicho, sí lo disfrutado, si lo vivido, también gracias a la bonanza climatológica, al sol, estos últimos días. Zamora se ha llenado de zamoranos y de 'forasteros' como se decía antaño. De familias enteras, de hombres, mujeres y niños, que llegan a nosotros atraídos por todo lo que de nuestra Semana de Pasión han oído decir y que se cumple a rajatabla, un año y otro. Ojalá nunca se pierda la esencia de estos días que los zamoranos hemos sabido mantener. Los de dentro, es decir, los que hollan con su huella, cuantas veces descalza, el pavimento frío de la noche, y los otros que también formamos parte de esa estampa única. Los que en la acera contemplamos las distintas secuencias que nos ofrecen las cofradías. En especial nuestros Cristos y nuestras Vírgenes.

Hoy quiero recordar muy especialmente a nuestros mayores. A los que afortunadamente pueden disfrutar, en el gran teatro callejero, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, pero sobre todo a los que en hospitales y residencias, no pueden asistir, no pueden participar del prodigio. Mi recuerdo más entrañable, a ellos y ellas, que nos precedieron en todo, puede que también en la construcción de estos días grandes, tal y como ahora los vivimos. Muy especialmente llevo mi recuerdo y mi cariño a todos aquellos que han sido "aparcados", injustamente olvidados, a veces no muy bien tratados, que ven languidecer sus días. Y a los que llegan los ecos de lo que en la ciudad vivimos, a través de la música que el viento esparce por los cuatro rincones de la ciudad, de aquello que la familia les cuenta, de nuestro periódico volcado en la Semana de Pasión y que leen y releen mil veces y, ya ve usted, de los itinerarios que sirven no sólo para saber, si no para recordar y que siguen siendo material esencial antes, durante y después de estos días.

Para ellos también el día de ayer, relució más que el sol. Aunque fuera a través de la cristalera de su habitación o de su lugar de reunión. Dios quiera que el sol del amor, de la compañía de los suyos no les falte nunca. Que sientan y vivan y disfruten de la compañía, del cariño, de las caricias, de los besos de los suyos. Los hijos, sí, pero sobre todo los nietos y también los amigos y las personas que los atienden y que tienen una obligación contraída con ellos más allá de su trabajo porque ellos son su pan. Porque todo esto es lo que en verdad para ellos reluce más que el sol.