En una arriesgada postura, encaramados en sendas escaleras que apoyan sobre la Cruz, aparecen José de Arimatea y Nicodemo en el paso "El Descendimiento", obra que en 1856 realizó don Ramón Álvarez para la Cofradía del Santo Entierro. Este grupo escultórico que desfila en la Semana Santa zamorana en la tarde del Viernes Santo, representa el momento en que Jesús es bajado de la Cruz por José de Arimatea y Nicodemo en presencia de San Juan, la Virgen María y la Magdalena.

José de Arimatea era el propietario del sepulcro en el cual fue depositado el cuerpo de Jesús muerto en la Cruz. José de Arimatea era el hermano menor de Joaquín, el padre de la Virgen María, por lo que era tíoabuelo de Jesús y teniendo en cuenta la temprana muerte de San José, esposo de la Virgen, Arimatea se había convertido en tutor del Nazareno.

José de Arimatea compró el sepulcro fuera de las murallas de la ciudad; a su mujer, Ruth, no le gustó aquella compra porque estaba cerca del promontorio rocoso de una antigua cantera abandonada, precisamente donde tenían lugar las ejecuciones de los condenados a crucifixión.

Arimatea era miembro del Sanedrín, el tribunal supremo de los judíos, un hombre rico, persona buena y honrada, que era discípulo de Jesús, pero en la clandestinidad por miedo a las autoridades judías.

También Nicodemo era miembro del Sanedrín, era un rico fariseo, maestro en Israel, un sabio judío versado en la ley que reconoció en Jesús al Mesías y se hizo su discípulo. Después de varias conversaciones con Jesús, se arriesga a enfrentarse a los judíos defendiendo al Nazareno y explicando a sus compañeros que deben oír e investigar bien antes de hacer un juicio definitivo.

A la hora de sepultar a Jesús, Nicodemo, junto con José de Airmatea, colaboró generosamente con cien libras de mirra y aloe (más de treinta kilos) para el embalsamamiento del Señor.

Según la leyenda, José de Arimatea recogió la sangre de Cristo en el Santo Grial (plato o copa usado por Jesucristo en la Última Cena) en el Gólgota. Tras la resurrección de Jesús, José de Arimatea fue encarcelado, acusado por los judíos de haber sustraído el Cuerpo del sepulcro. Se le encerró en una torre, donde recibió la visión de Cristo resucitado y la revelación del Maestro de que el Santo Grial es Símbolo: "Tú custodiarás el Grial y después de ti aquellos que tú designarás".

Después de ser liberado, y debido a la persecución de los judíos en Jerusalén, un grupo de cristianos embarcó en uno de los barcos de José y navegaron hasta las costas de Francia. Acompañaban a José de Arimatea, entre otros, María Magdalena, Marta, María Salomé, Juan el Evangelista, Santiago el Mayor, María Jacobé, Santiago el Menor, Simón el Zelote, Judas Tadeo, José Barsabás, Marcial y Lázaro. Se convirtieron en los primeros evangelizadores de la zona.