Llegó la encuesta trimestral del Centro de Investigaciones Sociológicas, el CIS, algo que siempre es esperado y leído con curiosidad e interés sobre todo si es en época electoral, pues el organismo oficioso tiene famas de acercarse mucho a la realidad en sus sondeos, que desde la oposición siempre se asegura que se presentan debidamente elaborados y cocinados, sin que ello signifique que acierten siempre ni mucho menos. Pero en todo caso viene a ser una amplia y vasta radiografía de la sociedad española, de su sentir, un fiel reflejo de lo que puede notarse en la calle.

Muchas novedades tampoco es que haya habido ene esta última temporada, pero tampoco faltan, algunas importantes por cuanto denotan la inquietud existente en la población respecto a los diversos problemas que siguen persistiendo pese al fin, más o menos, de la crisis y debidos a circunstancias que no dejan de estar en boca de los políticos, como su supuesta lucha por la transparencia y contra la corrupción, pero que luego la realidad desmiente de manera tozuda. Porque, pese a que se sigue creando empleo y pese a que las cifras del desempleo vuelven a bajar de modo esperanzador, continua siendo el paro lo que más preocupa a los españoles, sobre todo, se supone, a los españoles parados.

Sin embargo, la situación económica del país y de cada cual, que antes le iba a la zaga ha pasado a tercer lugar, lo que supone que algo se está mejorando, en efecto, y que las perspectivas resultan más halagüeñas. Que así se contemple mayoritariamente ya es positivo sí es cierto, como se dice, que en las crisis, de la clase que sean, tanto influye el estado de ánimo. Pero el otro problema grave percibido agudamente por los españoles en los últimos años, o sea: la corrupción política, no solo se mantiene sino que aumenta considerablemente, pasa a ser el segundo motivo de preocupación, y afecta ya casi a la mitad de los ciudadanos, impotentes ante los nuevos casos que se van descubriendo.

Lo de Murcia, que ha estado en candelero mucho tiempo, hasta que el PP ha obligado a dimitir al presidente de aquella comunidad, imputado por varios presuntos delitos pero que se negaba a irse, con el amparo, en principio, de Rajoy y los suyos, puede haber contribuido a ese profundo malestar ante el cual los partidos siguen sin reaccionar debidamente, porque no quieren o no pueden dada la espesura del lodazal, pues tal vez de lo que trate sea de no remover más el fondo del fango. Por cierto que en Castilla y León, aparte de los temas pendientes de investigación en los juzgados y las Cortes regionales, casos del edificio de la Perla Negra o del escándalo de las eólicas, parece, según algunos, que hay más asuntos que sacar a la luz pero que la oposición, tan cómoda y a gusto, deja correr.

Y más cosas en el informe del CIS. Entre ellas, una que ha pasado casi desapercibida, pero que ahí está: solo al 3,4 por ciento de los españoles les preocupa la violencia machista. Los problemas que inquietan a la gente son los que más les afectan de modo personal y únicamente el 0,8 por ciento de los consultados se sentía afectada/o por la violencia de género.