Cierto es que los descensos en la tasa de tabaquismo son elevados. Pero no lo suficiente. Uno de cada cuatro hombres sigue fumando diariamente. Una de cada veinte mujeres también hace lo propio. Es lo que ha revelado el Estudio Global de la Carga de Enfermedad. El tabaco mata. Y todos lo sabemos. Pero hay todavía demasiadas personas, también jóvenes y adolescentes, que prefieren matarse cada día un poquito pero no abandonar el vicio.

"De algo hay que morir", confiesan resignados algunos fumadores impenitentes. No sé si es una disculpa o una justificación, pero ellos y ellas, los que están ya atrapados, siguen erre que erre. Lo tremendo del caso es que conociendo tanta información al respecto, haya nuevos adeptos, sobre todo entre los más jóvenes.

Es verdad que la prevalencia del tabaquismo diario ha disminuido sensiblemente en los últimos 25 años. Pero no es menos cierto que el número de fumadores diarios en todo el mundo continúa aumentando año tras año debido al crecimiento de la población. 933 millones de fumadores diarios es una cifra escandalosa. Pero que nadie crea que las tabaqueras se van a hundir, se van a arruinar, harán lo que sea por mantenerse en el mercado y conseguir adeptos y adictos a esta droga legal. Eso es el tabaco, una droga que produce muchos, demasiados enfermos y que tiene un coste sanitario elevado.

China, India e Indonesia, países superpoblados donde los haya, se llevan la palma en el cómputo total de fumadores masculinos. Entre la población femenina, Estados Unidos, China e India, por ese orden, son los reyes del humo. Quienes de esto entienden, sostienen que hay que alentar a los gobiernos de todo el mundo a aplicar políticas de control del tabaco. A lo mejor lo hecho hasta ahora no es suficiente por descarnado que sea. Y ya se sabe que aumentar el precio de la cajetilla tampoco sirve de mucho. Para soltar algún taco y acordarse del Gobierno de turno, pero nada más. El fumador convencido, seguirá fumando salvo que algo de causa mayor se lo impida.

Se ha hecho y se hace lo imposible para establecer la implementación de programas robustos de control del tabaco. La Asamblea Mundial de la Salud ya adoptó un convenio marco ratificado por 180 países que parece muy encarrilado. El problema lo representan los más jóvenes que hacen ascender la cifra de forma preocupante. Es más, el crecimiento de la población da lugar a más fumadores diarios en todo el mundo, aunque no es menos cierto que los programas de control del tabaco ralentizan el ritmo.

La Organización Mundial de la Salud no se ha andado por las ramas. Ha ido directamente a lo que cree el meollo de la cuestión: pedir más impuestos para fumar menos. Aunque ya digo, se ha demostrado que de poco sirve. A no ser que la cajetilla tuviera un precio astronómico y sólo por eso no mereciera la pena.

Por cierto y como dato curioso. La prevalencia más alta de fumadores en los hombres se observó en países con nivel medio de desarrollo, mientras que la prevalencia más alta de fumadores en las mujeres fue en los países altamente desarrollados. Ni en eso hay igualdad. Y mientras el personal se decide a dejarlo, la carga sanitaria global del mundo sigue siendo muy elevada. Enfermedades cardiovasculares, cánceres, muertes prematuras y enfermedades respiratorias crónicas son la consecuencia más grave de fumar a diario.