E l "brexit", que no apoyan todos los británicos a una, está encontrándose con una serie de daños colaterales que afectan concretamente a España. La tensión entre Londres y Madrid por la cuestión de Gibraltar en las negociaciones del brexit ha subido de tono. Picardo quiere ser inglés pero no le importa seguir formando parte de la Unión Europea, y todo porque la premier británica al hablar de las bondades del 'brexit' se olvidó completamente de Gibraltar. Un olvido baladí por el que ya se ha rectificado. Lord Norman Tebbit, perteneciente al ala más conservadora del partido de Theresa May, ha sugerido a su jefa de filas recibir a los independentistas catalanes para hacer ver a España que "está jugando con fuego". Y no sólo eso, el susodicho estaría dispuesto a llevar a Naciones Unidas el deseo de independencia de Cataluña, pero no porque crea en ellos, sino por pura venganza. Quiénes en verdad están jugando con fuego son los distinguidos miembros de la Cámara de los Lores que respaldan semejante actitud antidemocrática. Por esa regla de tres, España debería respaldar el deseo de secesión de los escoceses, entre los que se encuentra Sir Sean Connery. A lo mejor es la forma de que empiecen a disfrutar del petróleo del Mar del Norte, que se descubrió en los años sesenta. Pero España no es tan descerebrada, ni vengativa, ni complaciente con el secesionismo.

Tebbit, que fue titular de empleo en tiempos de Margaret Thatcher y que ha sido un firme defensor del "brexit", acusa a España de "vanidad", señalando que los catalanes son "distintos a los españoles". Anda, y los escoceses y galeses son distintos a los ingleses. A lo que dice, defiende y anuncia este lord tan mal encarado se le llama sacar las patas del tiesto. ¡El Imperio británico contra un país de la Unión Europea, al que respalda la UE y defendiendo a la única colonia sobre suelo europeo! Tienen allí submarinos atómicos, cosa que a los "llanitos" parece importarles poco. Lo malo es que de producirse un accidente, los daños colaterales los íbamos a sufrir directamente los españoles.

Afortunadamente, lo de este energúmeno británico que de diplomático tiene poco y cuya rudeza es impropia de un lord, o quizá por eso, no es compartido por todo el Parlamento Británico. Londres descarta un hipotético uso de la fuerza para defender Gibraltar. Porque se ha hablado de guerra hasta el punto de que otro Lord ha sugerido que la postura de May sería tan firme con Gibraltar como lo fue Thatcher con las Malvinas, al enviar en 1982 una fuerza militar para defenderlas de Argentina. ¡Por Dios!, aquel país estaba gobernado por una dictadura militar, pero España es una democracia de pleno derecho en el mundo y en el marco de la UE. Tal comparación es absurda y bochornosa y pone en entredicho la tradicional flema británica.

Menos mal que la inquilina del 10 de Downing Street ha bromeado, tratando de quitar hierro al asunto, sobre el simil de las Malvinas que ha calificado, estimo que con sentido de Estado, de "absolutamente sin sentido". Que trate de explicárselo en privado a los dos vetustos lores que han empezado a escuchar tambores de guerra en lontananza y que siguen creyendo en la potencia del Imperio británico. Ir a la guerra para defender el Peñón y a sus monos, sería lo último que haría el Gobierno británico.