Como lo lee. Nos están envenenando todas las marcas, cuántas de ellas de primera división, que incluyen en sus fabricados ciertas grasas nada recomendable para la salud. Menos mal que este apartado en concreto es a día de hoy más específico. Y cuando de grasas o aceites se habla, ya nos detallan si es de oliva, de girasol o de palma o palmiste. Con estos últimos productos nos estamos jugando, si no la vida propiamente dicha, sí la salud que, al cabo, es lo mismo. Perseguimos buena calidad de vida y nos la jugamos con la alimentación.

Con la alimentación y con productos de cosmética como bálsamos, cremas para el cuerpo, champús, dentífricos, cremas, tónicos, mascarillas y yo qué sé cuántos productos más. Nos da por no mirar la composición de los productos que obligatoriamente incluyen las etiquetas y cometemos un grave error. Huya cuando entre los ingredientes de un producto figure aceite vegetal sin especificar. Con toda probabilidad se tratará de aceite de palma, la grasa más consumida del mundo y también la más perjudicial para la salud cardiovascular.

Galletas, bombones, chocolates, snacks, patatas fritas, margarinas, pizzas, bollería y pastelería industrial, helados, están elaborados con ese tipo de aceite en concreto que no se vende en botellas, aunque está presente en buena parte de los productos procesados y envasados con los que llenamos la cesta de la compra. Y no crea que el problema está en las marcas blancas o en las de origen desconocido, grandes marcas, algunas de toda la vida, tienen este aceite como ingrediente principal. Ojo al dato, porque hay ciertas marcas de "potitos" infantiles que lo incluyen, lo que quiere decir que a muchos bebés se les está dando veneno por vía oral.

Llevan algún tiempo advirtiendo del problema. La comunidad científica y médica parecen haberse puesto de acuerdo y advierten contra la grasa oculta más consumida y perjudicial para la salud. Lo que es incomprensible es que la autoridad sanitaria no haya tomado cartas en el asunto prohibiendo este ingrediente en concreto. Hasta que no pase algo gordo, la susodicha autoridad no reaccionará, como siempre, tarde y mal. No obstante, cabe decir que la última normativa europea sobre etiquetado en alimentación exige que se especifiquen los ingredientes y ninguno se oculte bajo un concepto general como ha venido ocurriendo hasta ahora.

Europa importa al año unos 9 millones de toneladas de este aceite, de las que 5 ó 6 se destinan a la alimentación industrial. O sea que a pesar de su insalubridad, en Europa no existen restricciones para el uso del aceite de palma en la industria alimentaria. ¡Nos cuidan de narices! Seguro que los que se muestran tan permisivos se cuidan muy mucho de no adquirir un solo alimento, cuyos nombres se conocen sobradamente, que contenga este tipo de grasa vegetal. En Dinamarca, donde nos sacan varias cabezas de ventaja, se prohibió hace algún tiempo.

¿A qué se espera en España? Con la controversia que está propiciando el dichoso aceite y que ha llevado a más de un rifirrafe. Nos están envenenando y lo más grave es que nos dejamos.