Sí, ¿en qué quedamos? ¿En que hay que adelantar la edad de jubilación para dar paso a generaciones más jóvenes o por el contrario hay que retrasarla para garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones? A ver si se ponen de acuerdo y marcan una directriz clara. Los expertos aconsejan que se retrase. El mismísimo gobernador del Banco de España, Luis María Linde, opina que retrasarla podría estar justificado precisamente por esa razón, por el peligro que corre el sistema público de pensiones y ha puesto sobre la mesa una medida adoptada en algunos países, donde la edad de acceso legal a la jubilación depende de la esperanza de vida. Esa solución parece tener sentido común.

Si en otros países de nuestro entorno y aún más lejanos ya se lleva a la práctica, ¿por qué no en el nuestro? Bien cierto es que la falta de liquidez no estriba en su totalidad en el asunto este de la edad de jubilación, que también. En la comparecencia de Linde ante la Comisión de Seguimiento del Pacto de Toledo en el Congreso, el gobernador del Banco de España ha responsabilizado del déficit de la Seguridad Social al incremento de los gastos, que ha crecido un 3,9% en los últimos ocho años, casi cuatro veces más de lo que han aumentado los ingresos en el mismo periodo. En el apartado de "gastos" es donde España se la juega. Nadie parece dispuesto a ceder. De arriba abajo y de abajo arriba hay demasiada manga ancha.

El sistema tiene una serie de enemigos a los que se enfrenta todos los días: el reto demográfico por el envejecimiento de la población, que conlleva un menor número de cotizantes y el aumento de la esperanza de vida que hace que se deban pagar pensiones durante más tiempo. En lo que no estoy nada, pero que nada de acuerdo es que todo ello vaya asociado a unas nóminas más elevadas para los jubilados a resultas de unas mayores y mejores carreras de cotización. Deben ser las de unos pocos privilegiados entre los que, a buen seguro, siempre habrá algún que otro político, porque a los demás los despachan con lo mínimo y esa ridícula subida anual del 0,25%.

Estos desequilibrios se han visto en cierta medida compensados con las reformas de las pensiones del PSOE, que en 2011 retrasó la edad de jubilación a los 67 años, y del PP, que en 2013 introdujo el factor de sostenibilidad y desvinculó la evolución de las pensiones del IPC. Ahora parece que los 67 son insuficientes. Habrá que dejarlo, en principio, en los 70. Con la de quemados laborales que tiene este país, a muchos esta cuestión les va a oler a eso, a cuerno quemado. Nunca como hasta ahora he oído a tantos trabajadores decir que tienen unas ganas enormes de jubilarse. Eso es por algo. Y ese algo no debe ser nada bueno para su salud mental e incluso física. Es curioso que a quienes más se lo escucho decir es a los funcionarios.

Miedo me dan las propuestas del señor Linde para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, porque incluso en un escenario de pleno empleo, la reducción de la tasa de sustitución necesaria para garantizarla en el medio y largo plazo sería "muy elevada". Estos señores tan sesudos, como son del grupo de nóminas elevadas y mayores y mejores carreras de cotización y, por lo tanto, no les afectan las medidas que pudieran tomarse, nos las están tomando ellos a nosotros, eso sí, vendiéndolas como si en ello nos fuera, sino la vida propiamente dicha, si la supervivencia económica.