En febrero de 1927, la prensa local se ocupó durante varios días de informar sobre el hallazgo de restos humanos que se encontraban en sepulturas excavadas en la roca de una cantera en explotación existente en las proximidades del "Prado Tuerto". Los trabajadores de la cantera habían encontrado tres sepulturas y en cada una de ellas dos esqueletos. Tales sepulturas estaban hendidas en la masa de piedra y parecía que hubieran estado tapadas con pizarras que, posiblemente la reja del arado, cuando fue terreno de labor con una capa de cincuenta centímetros de tierra, arrastrara las pizarras de los enterramientos que luego aparecieron cubiertos de tierra. Lo interesante del hallazgo de aquellos esqueletos hizo que se llevaran a cabo importantes estudios para averiguar el origen de aquellas sepulturas.

En las Memorias Históricas de la Ciudad de Zamora de don Cesáreo Fernández Duro, publicadas en 1882, encontramos antecedentes tratando de averiguar el origen de la ciudad: "A unos cuatrocientos metros de las murallas de la ciudad , por la parte de oriente, en el camino que va de la Puerta de Santa Clara a la Peña de Francia, contiguos al Prado Tuerto, hay varios sepulcros abiertos en roca viva, que por esta circunstancia, la de tener ahuecado el sitio de la cabeza y la de estar en situación uniforme mirando al Oriente se han creído fenicios por algunos anticuarios". Ya en 1879 don Tomás Garnacho dirigió un informe a la Real Academia de la Historia en los siguientes términos: "A poco más de cuatrocientos metros de las murallas, en dirección al Oriente de la ciudad y en el camino que desde la Puerta de Santa Clara se dirige al Duero por la ermita de la Peña de Francia, antes de la bifurcación del que conduce a la huerta de las Pallas, contiguas al llamado Prado Tuerto, hace años que se ven marcadas en la roca por donde va la senda, algunas líneas que señalan varias sepulturas llenas de tierra apelmazada por el tránsito. Estos sepulcros, en número de diez o doce, están abiertos a pico en la roca, sin guardar alineación entre sí , pero ofreciendo la particularidad de estar todos mirando al Oriente. En la embocadura de los sepulcros tiene todos labrada a cincel una muesca para el encaje de la tapa, a fin de que no gravitara ésta sobre el cadáver y abierto en el fondo un hueco semicircular donde se amoldaba y descansaba la cabeza. No pudiendo por mis escasas luces, señalar la época de los sepulcros ni la raza de los que los ocuparon, tengo el honor de remitir a la Real Academia el croquis de uno, algunos huesos y el cráneo que encontró el señor Manjón". Esto ocurría en 1879 y parece que la Real Academia no debió resolver sobre el particular porque no se encontró referencia alguna.

Los sepulcros descubiertos en 1927 no eran los mismos de los que informaba el señor Garnacho, pero pertenecían a la misma época y tenían características idénticas. Únicamente destacaba el detalle de que aparecían dos esqueletos en cada una de las sepulturas halladas.