Una de las necesidades requeridas en un político es tener visión de futuro. Pero priorizando el presente y sin olvidar el pasado. Una visión realista, pues, y posible. Nada de sueños megalómanos a costa del erario público y con los que tratar de borrar algún día la mediocridad de su gestión. Y eso fue precisamente, y sorprendentemente, lo que en plena crisis para más inri, trató de llevar a cabo la Junta de Castilla y León al anunciar a bombo y platillo un gran plan, denominado como las Cúpulas del Duero, con la intención de promover el desarrollo de varias provincias de la región y para el que se destinarían cientos de millones. Nunca se ha sabido de donde salió exactamente la idea, asumida con entusiasmo por el presidente Herrera, aunque se apunta hacia Soria, la adelantada del proyecto.

Como el Duero pasa por Zamora resulta que la capital, sobre todo, resultó agraciada, y por aquellos tiempos, 2010, nos encontramos los zamoranos con perspectivas tan optimistas, pese a la mala época que se vivía, que la desconfianza lógica hizo temer que aquellos planes lo único que trataban era de hacer olvidar la situación. Zamora, que según otro proyecto, este de carácter municipal llegaría casi a los 200.000 habitantes desde sus 60.000 actuales y se sigue a la baja, contaría en unos años con la Cúpula de la Tecnología, con un centro logístico, con viviendas sociales en La Aldehuela y con centros de ocio y deporte en el mismo rehabilitado lugar. Más de 100 millones de la Junta y 400 de inversión privada a lo que había que añadir el AVE y las autopistas. Lo más curioso era que la supuesta cúpula local se iba a dedicar y destinar a la tecnología, en una provincia en la que hay todavía lugares a los que no llega no solo Internet sino las televisiones. Pero, en fin, cosas de políticos, igual que la de Soria seria la de la Energía, implantada en una Ciudad del Medio Ambiente, y la de Valladolid la del Vino, se entiende que por los caldos de la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Lo que pasa es que estas elucubraciones de despacho, continuación de los sueños de una noche de verano y de acomplejados aires de grandeza, pronto se vieron echadas abajo por la realidad, en forma de falta de medios. Había otras prioridades. Incluso algunos proyectos ya en marcha, caso de Soria, hubo de ser paralizado, malgastando muchos millones de euros, e incluso con intervención judicial y demoliciones por medio. Aunque se habían ejecutado los concursos de ideas de las distintas Cúpulas de las provincias regadas por el Duero, hubo que acabar paralizando todos los planes, uno a uno. En Zamora, fueron cayendo el centro logístico, la cosa esa del edificio de la tecnología, y ahora parece ser que puede que se diga adiós finalmente a las viviendas sociales de La Aldehuela que era al fin y al cabo lo único importante, por realista y necesario, de todo el quimérico conjunto propuesto por la Junta. Lo mismo ha pasado con el campo de golf y tantos otros campos de deporte y ocio como pretendía la Diputación. No se puede ya gastar más dinero público, sin justificaciones precisas, cuando se está recortando en materias tan básicas como la sanidad y la educación y aumentando los impuestos.