Opinión | Día tras día

Juan Jesús Rodero

Las amas de casa nunca se jubilan

Nadie ha pedido una pensión para quien atiende a la familia

El uso masivo de Internet ha originado, entre otras muchas cosas favorables y desfavorables, el uso de un lenguaje peculiar, sincopado y en el que tienen prevalencia los términos anglosajones más relacionados con la tecnología aunque sea lo único que se sepa y conozca del idioma inglés. Así surgen los "trending topic" referido a aquellos mensajes difundidos a través de las redes sociales que han sido más vistos, comentados y debatidos en todo el mundo por unas u otras razones. Y los más virales, expresado en dudoso castellano, cuando se trata de imágenes, de un video curioso o polémico.

Parece que el último acontecimiento de la red en este sentido ha sido y está siendo uno referido al trabajo de las amas de casa, que aunque en clave de humor y aunque no es nuevo, pone el dedo en la llaga de una situación tan frecuente y corriente como injusta y que encima es contemplada de manera indiferente y más injusta todavía por buena parte de la sociedad. Se trata de un supuesto dialogo entre un hombre y su psiquiatra en el que el interrogado asegura que su esposa no trabaja pues es ama de casa, para luego ir desgranando, a preguntas del especialista, todas las muchas tareas que desarrolla en el hogar desde que la mujer se levanta hasta que se acuesta, sobre todo si hay niños y no digamos ya si hay algún bebé. La lista es interminable, pero es cotidiana, general, algo que desarrollan cada día tantas mujeres en el mundo, como preparar los desayunos, llevar a los críos al colegio, hacer la compra, limpiar el hogar, cocinar, dar la merienda, dar de cenar y acostar a la gente menuda, pero tampoco para acabar, pues la jornada suele extenderse con otras cosas pendientes. Y ello es así sin festivos que valgan, en muchos casos sin vacaciones, o con vacaciones en las que ha de seguir con sus labores domésticas, y en todos los casos sin jubilación. Hasta que no puedan más, hasta que mueran. Aunque por supuesto, haya asimismo otras mujeres, por millones también, que han de trabajar fuera del hogar y que encima al volver a casa tienen que atender a todas estas tareas. De ahí la importancia de cuidar los horarios en favor de la conciliación. E incluso hay ya bastante hombres que hacen labores de ama de casa mientras la esposa desarrolla su trabajo fuera, o porque así lo han decidido en común o por falta de empleo.

Pero a nadie, a ningún partido, se le ha ocurrido intentar reivindicar la figura del ama de casa a través de otorgar a las mujeres en esta situación una pensión al cumplir los 65 años, una jubilación real, tan merecida como las de quienes trabajan fuera del hogar. Ni a las feministas, por supuesto. Una pensión no contributiva, o contributiva, que sería un nuevo régimen, como el de los autónomos, por ejemplo, al que muchas aportarían sus cotizaciones para la Seguridad Social. Hasta podrían crearse puestos de trabajo pagando a otras personas para ayudar en la casa mientras la esposa disfrutaba también de su jubilación, de la hora del merecido descanso, tras tantos años de no parar. Pero si no se hizo antaño, en los tiempos de las vacas gordas, ahora, cuando apenas hay para pagar a los pensionistas actuales, tratar de ello no seria más que una quimera, un imposible. Sin embargo, resulta injusto y miserable.

Tracking Pixel Contents