Los administrados estamos deseando que la Administración se ponga a dieta y adelgace considerablemente. No es que la Administración tenga sobrepeso humano, es que la Administración sufre de obesidad mórbida. Cuánto más esponjosa, mejor, porque absorbe y absorbe y vuelve a absorber. Si será así que, sólo las autonomías patrias, tienen 37.557 funcionarios más que en 2007. Es una barbaridad. Y esto no parece tener solución ni con la dieta Dukan, ni con la mediterránea, ni con la Atkins ni con las dietas "detox" que tanto se han popularizado. A la Administración hay que intervenirla quirúrgicamente con el bisturí bien afilado.

Todos los partidos políticos sin excepción, también los de nuevo cuño, utilizan en campaña una de las promesas electorales más recurrentes para reducir el gasto público, sobre todo durante los años duros de la crisis. Y da igual que sean comicios municipales, regionales o nacionales, todos inciden en lo mismo: hay que adelgazar la Administración. Una vez que asientan sus reales en el poder, si te he visto no me acuerdo y venga de engordar, y venga de ponerse las botas y venga de untar pan en la salsa.

Sin duda alguna, el componente más oneroso de las corporaciones públicas es, como digo, el humano. Mientras los sueldos menguan, el número de trabajadores sube como la espuma. No podemos cortar a todas por el mismo patrón porque, por ejemplo, la Administración General del Estado ha recortado sus empleados en 28.892, mientras que el personal en las comunidades autónomas se ha incrementado en 37.557 personas. Y eso, pese a las dificultades económicas por las que atraviesan estas corporaciones, Y una se pregunta para qué sirve tanto cargo de confianza por duplicado, tanta dirección general, tanto secretario y subsecretario, y tanta mandanga. Qué pasa, ¿que los consejeros no son lo suficientemente diligentes, eficientes y eficaces para, con la ayuda de un grupo lo más reducido posible, sacar adelante su trabajo? Esa parece ser la tónica general de presidentes autonómicos, consejeros, ministros, secretarios de Estado y demás elementos de engorde.

La Comunidad Foral de Navarra es la que más se ha salido del tiesto de la más que necesaria austeridad. En términos porcentuales ha ampliado su plantilla en más del 17,6%, seguida por Aragón. Completa el podio Cataluña. A estos hay que darles de comer a parte con el tema de las embajadas y demás que cuentan con sus correspondientes funcionarios. Por cierto, las controvertidas diputaciones, siempre en el punto de mira de partidos como Ciudadanos, han mermado su personal en un 25%. Diputaciones, cabildos y consejos insulares contaban con un total de 80.425 empleados, en 2007. A mediados del año pasado la plantilla menguó hasta los 60.863 efectivos y sigue la bajada. Hay que hacer algo con este problema endémico. Con este problema y con el otro de los sueldos y pensiones vitalicias de representantes políticos de todos los signos que, al final de sus mandatos tienen retiros dorados en el consejo de Estado y otros organismos donde cobran una pasta gansa. Cuántos de ellos sin saber hacer la "o" con un canuto en el desempeño de su nuevo cometido.