E so es lo que dice el secretario general de la Unión de Pensionistas y Jubilados de Castilla y León: que la subida un año más del 0,25 por ciento de las pensiones no es otra cosa que reírse de los jubilados. Incluso ha ido más lejos Pablo Zalama, quien ha dicho en Zamora textualmente o casi que para eso sería mejor congelarlas, porque es una vergüenza ya que para muchos supone simplemente un euro más al mes. Una opinión que se viene compartiendo desde hace tiempo.

Tampoco es que lo que piden los partidos de la oposición, el 1,2 por ciento, signifique mucho más, sobre todo desde el punto de vista práctico, pero efectivamente no suena tan a burla como ese aumento ridículo que el Gobierno de Rajoy sigue manteniendo. A los de UGT, que organizó la reunión, no les ha callado ni el ambiente navideño con su aire de concordia pues estiman que la Seguridad Social tiene capacidad suficiente, aunque no precisan de qué modo y manera, para mantener el sistema actual y no tener que recurrir a otras fórmulas como algunas que se barajan y que están preocupando tanto a los futuros pensionistas. En realidad, la situación se ha convertido últimamente en una preocupación generalizada, lo mismo en quienes cobran ahora las percepciones correspondientes como en quienes pasarán a ser jubilados en años venideros, más o menos próximos o lejanos. Es de esperar que no tarde en situarse como una de las causas principales de la inquietud y el malestar de los españoles en las habituales encuestas del CIS. En los medios hace tiempo que llevan apareciendo calculadoras para saber aproximadamente lo que se puede cobrar de pensión cuando llegue el momento del adiós laboral. Y los cálculos no pueden ser más pesimistas, lo que ha inducido igualmente a que las entidades financieras, siempre al loro, hayan reafirmado sus campañas publicitarias en favor de los fondos privados de pensiones, algo que está muy bien siempre que se puedan pagar porque la mayoría de la gente llega a finales de mes tan justa de dinero que no puede pensar en ahorros.

Al Gobierno, además, ya no le cabe como ha hecho antes esconderse tras la supuesta bajada según el IPC de los precios, porque ahora ya suben, y se reconoce, con lo cual la capacidad adquisitiva de los pensionistas sigue cayendo. Y la hucha de las pensiones se agota este año en el que se va a entrar, creando una incertidumbre temerosa entre más de ocho millones de españoles. El caso es que Rajoy se encontró al llegar a Moncloa con más de 65.000 millones de euros de reserva y ahora apenas si le quedan ya 10.000. La crisis y el paro, ya se sabe, y todo eso que se suele argumentar como justificación. Lo que pasa es que no solo eso, porque ni con la subida de impuestos, ni con los recortes en sanidad y educación el Gobierno logró frenar la sangría económica y la deuda pública alcanzaba niveles históricos. Ninguna de las promesas electorales del PP se hicieron realidad y el dinero se siguió derrochando, como siempre o más, por parte de la clase política mediocre y corrupta que padecemos, que siguió y sigue disfrutando de los inmensos privilegios que se les mantienen a costa del resto de los españoles.