Un histórico, un mito de la izquierda universal que se fue el otro barrio, del que no se vuelve, a los 90 años de edad, un sobreviviente como su hermano Raúl de la revolución cubana que puso el mundo patas arriba, sobre todo el mundo de los cubanos, cuando la década de los 50, aquel tiempo de la isla feliz y americanizada, llegaba a su fin. Muchas veces se había anunciado su muerte tan deseada por sus muchos enemigos pero Fidel Castro, que había sobrevivido igualmente a varios atentados y al intento de invasión de Bahía de Cochinos, idea de Kennedy, ha seguido rigiendo, en la sombra desde hace 10 años por su enfermedad, los destinos de una incierta Cuba, hasta llegar al final, ahora.

De repente, su hermano Raúl, el actual jefe del régimen castrista, anuncio por la televisión estatal la muerte del dictador, un hombre y un gobernante tan denostado y odiado como amado y que como todo ser humano ha tenido sus luces y sus sombras. Quiso acabar con una dictadura, la de Batista, una dictadura de derechas, colonialista, y acabó instalando otra, la suya, marxista, que tantos años ha durado y tantas lágrimas, dolor, sangre y muerte ha costado a tantos cubanos, como los tuvieron que dejar su patria hacia el exilio, despojados de sus bienes en muchos casos. Tuvo que ser muy duro aquello, y solo desde ese punto de vista se puede comprender la inicial repulsión que producen esas fotos celebrando una muerte, la muerte de Fidel, que llegan desde Miami, una sucursal de la Cuba tanto de los privilegiados como del pueblo, de los que pudieron exiliarse desde el comienzo de la revolución.

Cuando se supo en España, aquel inicio de 1959 que los jóvenes revolucionarios de Sierra Maestra habían entrado en La Habana, hubo un auge en las barras de bares y cafeterías del cubalibre, destacándose las raíces gallegas de los Castro. Con Franco se produjeron algunas tensiones, pero Fraga suavizaría las relaciones ya para siempre con el líder revolucionario. Aquí faltaba mucho entonces para el fin de la dictadura pero la izquierda que ya rebullía fuerte en universidades y centros de trabajo festejó con ilusión aquel triunfo que no sería señal de salida de nada y que arrojó a Cuba ya de pleno en brazos de la Unión Soviética al ser rechazada y bloqueada por los USA. Era el primer estado comunista de latinoamérica y sus logros en educación y sanidad pronto llamaron la atención del mundo. Pero falló la economía, siempre dependiente de Rusia, y si se frenó la miseria no se consiguió salir de la pobreza. Y eso hasta que cayó el telón de acero, los países soviéticos se hundieron, y Cuba quedó sola y más aislada que nunca. Fue la época más desesperada de los cubanos, ahogados por las carencias.

Habrá que ver que ocurre ahora. Por un lado está el deshielo iniciado por Obama pero por otro va a estar Trump. Seguramente las cosas continuarán igual. Pero ¿y el día que falte Raúl? El partido comunista, su partido único, no es tan fuerte como lo era el de la Unión Soviética y este hubo de abrir peculiares puertas a las libertades. Por lo que cabe esperar que, pese al mantenimiento de los populismos de izquierda, pueda derivar Cuba, finalmente, hacia un régimen aperturista y democrático.