Los diputados de Unidos Podemos, con Pablo Iglesias y Alberto Garzón a la cabeza, se han retratado solos al ausentarse del minuto de silencio por Rita Barberá. Dice Iglesias, confundiendo la velocidad con el tocino y el culo con las témporas que "Los homenajes a personajes corruptos sobran". Y lo dijo con el cuerpo de Barberá todavía caliente. No entiendo la vara de medir que tiene este individuo. No le ha temblado el pulso cuando de defender a asesinos etarras se ha tratado pero no ha dudado en crucificar, juzgar y sojuzgar a una persona, y a muchas más, cuando tiene que ser el juez instructor y no Iglesias, ni usted, ni yo, los que sentenciemos.

Por esa regla de tres que ningún medio de comunicación dedique el más mínimo elogio a Neymar da Silva Junior y al expresidente azulgrana Sandro Rosell, pero especialmente al primero para quien la Fiscalía ha pedido dos años de cárcel y 10 millones de euros de multa por corrupción. Y un lustro enterito para Rosell por delitos de corrupción y estafa en el fichaje del delantero. O qué pasa, ¿que el corrupto Neymar, por ser jugador de fútbol, tiene bula y un político no, aunque a día de hoy, no se le haya podido demostrar nada? Hemos demonizado, tantas veces con razón, a la clase política que, al final, el resultado no puede ser más triste. Se corta a todos por el mismo patrón y eso puede conducir a errores deplorables.

No sé quién me dijo un día, que todos llevamos un corrupto dentro. El que se va sin pagar, el que coge folios de la oficina, el que mete la mano en el cajón, el que distrae un objeto en una tienda o un alimento en un supermercado, en fin, la lista es amplia. Sin embargo se cargan las tintas contra los políticos, como si el mundo del deporte, tan sucio a veces, estuviera libre de pecado. Yo, del Barça, no lanzaría la primera piedra, porque todas tienen trayectoria de boomerang. Tampoco está nada claro lo de Messi y su papá. Pero de estos personajes no se habla e incluso se les homenajea con aplausos y títulos inmerecidos a tenor, no del comportamiento deportivo, pero sí del personal que deja bastante que desear.

Pero en esta batalla, Garzón e Iglesias no se meten porque sería impopular para ellos. Muchos culés estarían dispuestos a matar por sus figuras, por esos personajes, cuántos de ellos de vida disipada, que no merecen ni un renglón y mucho menos un homenaje. Los de Unidos Podemos, que tampoco son hermanitas de la caridad, siguen retratándose ellos solitos con sus palabras, sus actitudes, sus comportamientos tan fuera de lugar. Que no, que no están para lanzar la primera piedra. Ni Iglesias ni Garzón, que se ha cargado él solito las siglas de IU y todo lo que contienen. IU es Podemos, por si alguien no se había dado cuenta.

Me importa un bledo si Podemos, Iglesias y compañía no están imputados por lo que es un clamor, en base a cierta incapacidad jurídica, pero yo me fiaría muy poco de los corruptos de Podemos, haberlos haylos, de la pasta que les llega de países bajo eterna sospecha, del camino que ese dinero sigue y de su procedencia que es siempre la misma: la guerra, la injusticia, la falta de libertades, la droga y las armas. Ser títere en Europa de un régimen totalitario tiene su precio, Iglesias y compañía están muy bien remunerados. A los papeles del analista político y periodista Carlos Cuesta le remito.