Era muy extraño que el terrorismo islamista se cebara sobre varias naciones europeas y España no experimentara caso alguno. Parece que el atractivo que siempre ejerció Al Andalus sobre los musulmanes hubiera quedado desvanecido, mientras el odio hacia Occidente se manifestaba en la Europa Occidental del Norte. Francia ha sido objeto principal; y eso está reñido con la índole de acogida que ese país ha demostrado siempre de una manera extraordinaria. Tal vez España, después de aquel 11-M fatídico y como consecuencia del mismo, estuviera libre de ataques actuales, porque ya hubiéramos soportado el cupo de terror. Los casi doscientos muertos de aquella mañana y los daños materiales de cuatro trenes, podrían haber conseguido aplacar las ansias asesinas de los que nos invadieron en el siglo VIII y estuvieron aquí hasta finales del siglo XV.

Sin embargo, no ha cesado la alusión de España como país señalado por la organización más importante, para atacarla y sembrar en ella la simiente horrenda del terror sanguina-rio. ¿Habrá sido la suerte solo lo que ha alejado de nosotros la horrible realidad? ¿Serán nuestras Fuerzas de Seguridad tan eficaces que han sido capaces de extirpar los brotes del peligro con las numerosas detenciones que se han producido en estos últimos años? Sin duda esos dos factores han sido importantes; y nuestra Policía nos llena de tranquilidad, ya que estamos seguros de su eficacia y constante vigilancia, sabiendo siempre lo que traen entre manos.

Creo que estamos convencidos de que lo ocurrido aquel luctuoso 11 de marzo fue consecuencia de la sorpresa: ¿Quién iba a pensar en aquel brutal ataque del terror sobre la vida laboriosa de la mañana, cuando numerosos habitantes del "corredor del Henares" se encaminaban a su lugar de estudios o a su matutino trabajo? La tranquilidad de España y el cese de la violencia de los terroristas del Norte eran caldo de cultivo para los soterrados terroristas orientales. No se tenía noticia de su existencia, hasta el punto de que, en un primer momento (y, para muchos, hasta después), eras los etarras los sospechosos de aquella masacre. La coincidencia de circunstancias con sucesos muy recientes, clarísimamente llevados a cabo por nuestros terroristas nacionales, se unieron a la oscuridad de los indicios encontrados. Y, aunque se señalara a un magrebí como autor material, no se precisó con toda claridad la autoría intelectual del cruel acontecimiento.

Aquel 11 de marzo consiguió que nuestras Fuerzas de Seguridad se hayan dedicado a investigar y vigilar a los numerosos musulmanes que residen en España. Se han realizado muchas detenciones; pero siempre se había descartado como existente la preparación de un atentado inmediato. En estos días, sin embargo, se han producido dos detenciones, una en Madrid y otra en Barcelona, de dos individuos; y se dice con toda claridad que iban a participar en un atentado ya planeado. La lejanía del lugar de las dos detenciones hace pensar en una red de terroristas, con mayor número de participantes. No se ha divulgado la localización de la operación planeada, en la que iban a participar los detenidos; ni se ha dicho si se trataba de una acción sobre una persona o sobre un número mayor de víctimas. Si se trataba de una persona, no se necesitaba multitud de asesinos, y con esos dos bastaba; pero, si se trataba de una operación sobre masas, debían actuar mayor número de terroristas. Seguramente la Policía irá revelando más noticias, a medida que las vaya conociendo. Ahora es natural que, por prudencia, las noticias sean escasas.

No obstante, aunque solo sean dos los detenidos en esta ocasión y muy poco lo que se sabe sobre sus objetivos, lo que sí es cierto es el peligro existente, que se ha descubierto a tiempo para nuestra tranquilidad. La seguridad de que estos dos "paisanos" estaban preparados para realizar un atentado ya, nos muestra que esas alusiones a Al Andalus como objetivo del terrorismo de Al Qaeda han adquirido una realidad apremiante. Ya no se quedan en alusiones, más o menos veladas; sino en empresas que se intenta conseguir llevar a cabo de manera inmediata. El peligro de que España sea objeto del odio contra Occidente se va materializando y gracias a nuestra excelente Policía encuentra un eficaz obstáculo. Quiera Dios que ese peligro no se lleve a fatal efecto.