Estuvo Rajoy en Alemania, escuchó los elogios de la señora Merkel y su felicitación por seguir en el cargo, pero también tuvo que oír lo de los 5.500 millones de euros que la UE le exige como ahorro para el año próximo, en evitación de que se dispare aun más una deuda pública que supera al PIB y que es la mayor que registra la historia de España, un triste récord achacable a la crisis, al Gobierno del PP y a las circunstancias entendiendo por tales la enorme cantidad de gastos superfluos derrochados a manos llenas por las distintas administraciones del país, sobre todo las autonómicas. Así que a Rajoy no le quedó otro remedio que admitir que tendrá que recurrir de nuevo a los recortes, e incluso llegó a confesar a la dirigente alemana que subirá los impuestos.

De ello ya se viene hablando y discutiendo bastante en los últimos días, pues todo parece abocado a que una vez más, como ya sucediera hace cuatro años, el presidente se olvide por completo de sus vacuas promesas de disminuir la presión fiscal para hacer lo contrario: incrementarla. Lo que también supone, al rebufo, que tampoco se va a llevar a cabo la otra promesa del descenso del IRPF. Pero con todo, y si se produce, lo peor será esa nueva subida de impuestos que amenaza y que convertirá a España en uno de los primerísimos países con mayor carga tributaria para la gente de la calle, que otra cosa, por supuesto, seguirá siendo el tratamiento a las especies privilegiadas. Se trataría en concreto de incrementar los impuestos más reducidos de la actualidad, lo que iría a incidir de modo directo en el turismo y la hostelería que son también los sectores más productivos o de lo que más, y que generan muchos ingresos y puestos de trabajo aunque sean temporales.

Quiere Rajoy o eso ha dicho, intentar conseguir un acuerdo con todos los partidos de cara a esta cuestión, acuerdo que por otra parte habría de extenderse a la aprobación de los presupuestos generales, algo para lo que quieren sumar los votos del PSOE y del PNV, lo que desde luego a día de hoy parece difícil, aunque no imposible. Además, al presidente le ha salido respondona la criada, y ahí ha saltado Rivera, el de Ciudadanos, recordando que el acuerdo de su partido con el PP no contempla ni admite recorte alguno en sanidad, dependencia, o educación, donde mas se recortó en los años mas duros de la crisis, y que en cuanto a aumentar la carga fiscal habría de limitarse al impuesto de sociedades. Aunque resulta fácil intuir que el líder de C's seguirá pasando por el aro que manden en cuento llegue el momento de la verdad, como ha hecho siempre.

Y en esas se está y se va a estar, no se sabe cuanto tiempo, dada la tranquilidad habitual de Rajoy, aunque la aprobación de las cuentas del Estado no puede ya demorarse. En cualquier caso, este Gobierno, como ya hizo antes, nunca recortará privilegios a la clase política. Los palos, a los demás. Y eso aunque aumente un poco, un uno por ciento, el sueldo de los funcionarios, que será el incremento de los convenios colectivos, más o menos, pese a lo cual continuará la pérdida de poder adquisitivo.