El acontecimiento de la semana ha sido la solemne apertura de la Legislatura por el rey don Felipe y el habitual número o numerito procedente de las bancadas de Unidos Podemos, a los que esta vez se unieron algunos grupos independentistas. En realidad, la escenificación de la extrema izquierda era más que previsible, pues ya en las redes sociales una de las diputadas de Pablo Iglesias, la que llevó a su bebé al Congreso en una ocasión anterior, una tal Bescansa, había dado la nota advirtiendo a la reina que si las infantas asistían al acto podían ser recibidas con insultos. El público, en la calle, saludo con cariño a las hijas de los reyes, que saben estar siempre en el sitio que les corresponde.

El discurso del rey fue magnífico, sin dejar nada pendiente, pidiendo diálogo para iniciar juntos una nueva etapa, como la de la transición, para andar el camino de la reconciliación, el de la paz y el perdón, la desaparición del odio. Todo un llamamiento en los tiempos en los que el rencor de las dos Españas es ya como un halo visible. Casi se huele. Tres minutos de aplausos cerrados premiaron la brillante intervención del monarca, que no olvido la necesidad imperiosa de acabar con la corrupción. Pero no fueron aplausos unánimes, pues los de Unidos Podemos no participaron de la gran ovación. Lo mismo que en ningún momento se pusieron en pie. Algo que además de una falta de respeto a las instituciones y a los españoles, representa una falta de educación. Pero no solo eso, pues un senador de IU mostró una bandera tricolor, lo que criticó incluso Iglesias. Y el tal Cañamero, un sindicalista que acumula condenas y sentencias de cárcel, lucía una camiseta en la que afirmaba que él no había votado al rey, lo que demuestra que ni siquiera conoce la Constitución. Y a él, al tal Cañamero, quien lo votó? Porque si está en el Congreso es porque entró en una lista de partido. Lo que parece de todo ello es que los de Podemos siguen extremando al máximo su populismo radical de izquierdas, y a seguir llevando la política de la calle, a la que tampoco renuncian, por supuesto, a los bancos del hemiciclo. Aunque haya facciones ya muy claras entre sus dirigentes, que aún los harán perder más votos en próximas elecciones, cuando sean, y eso después de que ya perdiesen un millón de apoyos en la cita ante las urnas de junio. Errejón, el número dos de Iglesias, se presentó por vez primera con chaqueta puede que tomando la estética como forma de expresión. Quizá el triunfo del populismo de Trump les haya dado alas a los de Iglesias, pero siguen fallando en la percepción de la realidad y en la medida real de sus fuerzas. Porque en España podría triunfar un populismo de derechas, pero no un populismo de izquierdas.

Claro que también de lo que se está tratando ahora, ya decidido Podemos, o su mayoría, por esa tesitura del mas absoluto radicalismo, es de cuestionar la Monarquía, cuestionar al rey, rompiendo la convivencia de los españoles. Menudo ejemplo, más triste y doloroso, el de las dos repúblicas que ha sufrido el país a lo largo de su historia, siete año en total de desgobierno, de violencia, de caos. Dos fracasos pagados con sangre de hermanos. Así que un respeto, al menos, es lo que cabe exigir.