La juez que entiende el caso de la agresión en Alsasua, el pasado mes de octubre, a dos guardias civiles, un teniente y un sargento de la Benemérita, así como a las dos mujeres que les acompañaban, ordenó hace unos días la detención e ingreso en la cárcel sin fianza de seis de los cobardes individuos que protagonizaron el brutal ataque, dejando en libertad con cargos a dos de ellos. Una noticia que ha sido muy bien recibida por una sociedad que ya se temía que los violentos, los bárbaros, se fueran de rositas, pues aunque un par de ellos fueron inmediatamente apresados por la Policía Foral no habían ingresado en prisión, a la espera de las diligencias judiciales.

Lo malo es que los agresores no fueron solo seis u ocho, sino entre 40 y 50, según han declarado los testigos presenciales. No fue una bronca de bar como pretendieron hacer ver luego quienes de un modo más o menos directo habían participado en el ataque. Hubo provocaciones e insultos desde el momento en que entran en el establecimiento donde ya pudieron escuchar cómo se les llamaba maderos o picoletos en voz lo suficientemente alta. A lo que naturalmente no respondieron los representantes de las fuerzas del orden, muy acostumbrados ya a aguantar carros y carretas y con severas ordenes superiores al respecto. Pero ni siquiera el ir acompañados por su novia, el teniente, y por su esposa, el sargento, frenó a los energúmenos que amparados en su enorme superioridad numérica les propinaron una paliza que llevó al oficial al hospital, y ni las mujeres se libraron de los golpes repartidos con odio y saña. Por cierto, que tanto grupo de feministas radicales como existen ahora en España, y con subvenciones oficiales que salen de los impuestos de todos los ciudadanos, y ni una sola voz se ha levantado en defensa de esa novia y de esa esposa maltratadas por la chusma.

Se les acusa de delito de terrorismo, algo que está duramente castigado, y la gente aplaude esta acusación que hay que considerar justa, pues eso fue: un acto terrorista. Pero la consejera de Interior o algo así del gobierno regional ha salido a la palestra asegurando que no era necesaria la prisión sin fianza porque todos ellos están identificados, sin tener ni una sola palabra para los agredidos. Y es que eso es lo se que se puede esperar siempre de por aquellos lares norteños, de sobra se sabe. El independentismo catalán rampante no puede hacer olvidar lo que sigue ocurriendo por el País Vasco y aledaños.

Ahora, sin embargo, y ante el temor de que el PSOE al final no apoye los Presupuestos, parece que el PP ha iniciado conversaciones con el PNV para tratar de obtener sus votos. A cambio de algo será, aunque Rajoy nada diga y siga aferrado como siempre a su optimista discurso económico sin que sus miras alcancen a ir más allá. Claro que hablar de recuperación cuando tendrá que subir impuestos y volver a los recortes, y cuando solo el 48 por ciento de las cotizaciones a la Seguridad Social son de trabajadores fijos, y cuando su Gobierno está en minoría, puede ser motivo suficiente para que tras tanto marear la perdiz acabe convocando elecciones enseguida, algo con lo que ya amenaza.