A los separatistas catalanes, por un oído les entra y por otro les sale aquel deseo expresado por Barack Obama durante una entrevista con el rey Felipe VI en el mes de septiembre de 2015: "Estados Unidos quiere una España fuerte y unida". No sé qué parte de "fuerte y unida" no ha entendido Carles Puigdemont. No descubro nada nuevo si digo que la práctica totalidad de países desarrollados han evitado dar su respaldo al movimiento independentista en Cataluña. Y eso a pesar de los esfuerzos que dedica el Govern a conseguirlo. La reciente elección de Donald Trump como presidente Usa no ha contribuido a mejorar las perspectivas diplomáticas de la Generalidad. Mister Donald lo ha dejado bien claro: quiere distinguir su mandato por dirigir la acción política de puertas adentro de su país y no de puertas afuera. Además, de Europa y sus pormenores y vicisitudes poca idea tiene el mangante, perdón, quise decir magnate norteamericano.

Aun sabiendo lo que se sabe al respecto, Puigdemont no ha dudado en dirigirse al presidente electo, eso sí, a través de las redes sociales, puede que consciente de su insignificancia si lo hace por correo convencional o por telegrama, en los siguientes términos: "Felicidades. Espero que la larga relación entre nuestras naciones siga floreciendo en los próximos años". ¡?.! Si se refiere a la nación española, cabe esperar que así sea. Si se refiere a Cataluña, se ha equivocado de medio a medio. Trump no tiene más que preguntarle a Obama o a uno de sus muchos asesores sobre la "nación" catalana y los problemas diplomáticos que puede conllevar esa imposible relación.

No obstante, me parece una felonía lo que ha hecho Puigdemont. ¡Pero si cuando un catalán de viaje por cualquiera de los países donde Cataluña ha abierto legación diplomática, necesita una ayuda, acaba por recurrir a la embajada española porque la catalana es inoperante, inservible, insuficiente e inactiva! La verdad es que la victoria del magnate cayó como un jarro de agua fría sobre el sucesor de Mas. Creyó que con Hillary como inquilina de la Casa Blanca la cosa iría mejor, que tampoco, a los planes soberanistas. Lo cierto es que tampoco suponía ventaja alguna, porque la señora Clinton conoce de primera mano el asunto catalán y, apueste lo que quiera, no tenía intención alguna de colaborar en la causa secesionista catalana.

Con Trump lo lleva claro, entre otras cosas porque conocido el nombre del ganador Puigdemont, de forma espontánea, colocó en las redes el siguiente mensaje: "Nos tenemos que preparar para una época enormemente complicada e incierta". Por lo que se vio en la obligación de rectificar pensando en aquello de: "rectificar es cosa de sabios", que no es el caso. Los republicanos, es decir, el partido de Trump suele practicar el aislacionismo por lo que tengo para mí que el anhelo del presidente de la Generalidad se va a quedar en eso. Así y todo el Govern seguirá en su empeño por buscar aliados internacionales ya que el "Procés" soberanista anda cojitranco en muchos aspectos, fundamentalmente en el reconocimiento.

Con lo bien que le iría a Cataluña sumando en lugar de restando. O lo que es igual contribuyendo a conseguir una España más fuerte y más unida.